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Actualizado: 10 de junio de 2025


Exploraba el guía el matorral de cruces, deletreando nombres, permaneciendo indeciso ante los rótulos borrosos. René efectuaba el mismo trabajo por otro lado. Chichí avanzó sola, de tumba en tumba. El viento hacía revolotear sus velos negros. Los rizos se escapaban de su sombrero de luto cada vez que inclinaba la cabeza ante una inscripción, pugnando por descifrarla.

Algo lejano é indeciso turbó el silencio de la noche deslizándose por el fondo de una de las grietas que cortaban la inmensa planicie de tejados. Los tres avanzaron la cabeza para escuchar mejor... Eran voces. Un coro varonil entonaba un himno simple, monótono, grave. Más bien lo adivinaban con el pensamiento que lo percibían con sus oídos.

Y algunos días después de esto, Mariano estaba en la encrucijada que llaman las Cuatro Calles, mirando indeciso las vías que allí concurren, sin saber cuál escoger para entrar por ella. Oigámosle: «¿Iré a casa de mi tía? No, que llama a los de Orden público y me cogen. ¿Iré a ver a mi hermana? No, que estará allí Gaitica. ¿A dónde iré?... Dejémonos ir.

Juan tenía mucha afición por su carrera y acostumbraba a vigilar cuidadosamente los tiros y guarniciones de las piezas, el equipo y apostura de sus hombres; pero esa mañana prestó poca atención a los pequeños detalles del servicio. Un problema lo agitaba, lo atormentaba, lo dejaba indeciso, y este problema era de aquellos cuya solución no se aprende en la escuela politécnica.

Watson, indeciso entre su timidez y el deseo de ver á Celinda, se había ido aproximando á la estancia; pero al llegar á cualquiera de las tranqueras que cerraban la cerca de alambres permanecía indeciso. ¿Cómo explicar su presencia dentro de la propiedad de Rojas, cuando Flor de Río Negro le había ordenado rencorosamente que no volviese más? La vista de una tranquera abierta le infundió ánimo.

Nada parece ser tan fugitivo, tan indeciso como el agua corriente vista entre juncos; es cosa de preguntarse cómo una mano humana puede atreverse á simular la fuente, con sus rasgos precisos, en el mármol ó la tela; pero pintor ó escultor, el artista no tiene más que mirar esta agua transparente, dejarse seducir por el sentimiento que le invade, para ver que aparece ante su vista la imagen graciosa y de redondeces abultadas y hermosas.

A principios de 1873, año de grandes trastornos, fue escrita y publicada la primera de estas novelas, hallándome tan indeciso respecto al plan, desarrollo y extensión de mi trabajo, que ni aun había fijado los títulos de las novelas que debían componer la serie anunciada y prometida con más entusiasmo que reflexión.

Y luego añadió, dirigiéndose a sus colegas: Pero ¡qué magnífico animal este Juanillo! Otro, a estas horas, no nos daría ningún trabajo. Le reconoció con gran atención. Una cogida de cuidado; pero ¡había visto tantas!... En los casos de enfermedades que llamaba «corrientes», vacilaba indeciso, no atreviéndose a sostener una opinión.

Y nadaba y nadaba, siempre creyendo ver aquel fantasma indeciso que cambiaba de sitio, esperando que de la oscuridad surgiera el San Rafael viniendo en su busca. ¡Ah de la barca! ¡Tío Chispas!... ¡Patrón!

¡Qué casualidad! exclamó . Aquí tenemos al forastero..... , Primitivo.... Pues te cayó la lotería: mañana pensaba yo enviarte a Cebre a buscar al señor.... Y usted, señor abad de Ulloa.... ¡ya tiene usted aquí quien le ayude a arreglar la parroquia! Como el jinete permanecía indeciso, el cazador añadió: ¿Supongo que es usted el recomendado de mi tío, el señor de la Lage?

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