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Actualizado: 6 de mayo de 2025


Dudaba yo que, después de lo que llevaba visto en la alta montaña, hubiera en la cuenca del río, desde Tablanca hacia abajo, cosa que pudiera cautivar mi atención; y así sucedió, en efecto: sin dejar de ser áspera, angosta y montaraz en su parte más elevada, carecía de la grandeza imponente de los desfiladeros de «arriba». Los pueblos, amontonados, en sendas rinconadas de la garganta, iban sucediéndose a mi paso con la regularidad de las estaciones de un ferrocarril.

Allí se alzan en confusion, sobre los techos de las viejas casas, las torres góticas de interesantes iglesias, la masa imponente del precioso Palacio municipal, las fachadas de grandes casas de estilo moderno y los techos de cristal de algunos edificios públicos.

¡Ved el convento de Santa Magdalena! ahora que el sol no le dora con sus rayos, ¡cómo se eleva imponente con sus negros y altos muros y sus vastos pórticos grises cortados en festones! ¡cuán bien sus pesadas torres, sus largas galerías desiertas encuadran en la sombría verdura de las viejas encinas! ¡cómo sus grandes sombras hacen resaltar la luz blanca y viva que alumbra los muros, platea los techos de plomo y la brillante flecha del campanario!

A la mitad de la calle del Turco, y dominando el ruidoso rodar del carruaje, llegó a oídos de la pareja un extraño rumor lejano: esa especie de sordo mugido, amenazador, imponente, que sólo es común al mar encrespado y a las muchedumbres alborotadas... Currita y Butrón miráronse sorprendidos, y repararon entonces en algunos transeúntes que venían presurosos de la calle de Alcalá, y en el conserje de la Escuela de Ingenieros, que cerraba apresuradamente la puerta de este edificio.

El sainete comenzaba, y apareció entonces Villamelón, solemne, imponente, erguida la cabeza, tieso el torso ya algo panzudo, trayendo de la mano a Jacobo, que ofrecía el tipo de hombre más hermoso, elegante y señoril que pudiera imaginarse.

Jaime venía a pescar todos los días de calma en un estrecho canal, entre la isla y el Vedrá. Era en los días buenos un río de agua azul, con peñascos submarinos que asomaban sobre la superficie sus cabezas negras. El gigante se dejaba abordar, sin perder por eso su aspecto imponente, duro y hostil.

Por una cortina entreabierta distinguieron á la doctora, que escribía en la pieza inmediata. Estaba encorvada sobre un pupitre americano, pero los vió inmediatamente en el espejo que tenía delante de ella para espiar todo lo que pasaba á sus espaldas. Adivinó Ulises que la imponente señora había hecho ciertos preparativos de tocador para recibirle.

Salimos de la Magdalena entre alegres y tristes, y á los veinte ó veinticinco pasos nos volvimos, como para dominar el conjunto de aquel alcázar esplendoroso. Su vista es agradable, armoniosa, poética, casi imponente. Mirado por fuera el edificio, tiene algo solemne, porque lo grande tiene tambien su solemnidad.

Impetra del santo cielo que te un corazón contrito y reconocido, y da gracias al Señor por haberte enviado una amiga como Catalina de Corlear. Con todo, después de esta imponente y dramática salida, rápida como un relámpago, asió la cabeza de Carolina, la besó entre las cejas y se retiró. El día siguiente fue muy triste para Juan Príncipe.

No era ya su mirada la de la ninfa Calipso, orgullosa, placentera, rebosando vanidad satisfecha y gratas satisfacciones; era la mirada celosa, furibunda y salvaje, de la Medea que describe Séneca, terrible e imponente en medio de su sombría calma.

Palabra del Dia

bagani

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