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Actualizado: 13 de octubre de 2025
Hasta entonces los desdenes de Soledad y las humillaciones que le hacía experimentar podían achacarse á su carácter altanero y quizá al deseo de vengarse de las que él le había infligido. Esto las hacía más llevaderas; parecían un castigo justo. Á veces él mismo, acometido de anhelos de adoración, las provocaba, hallando en ellas dulzura exquisita, como los ascetas en sus penitencias.
Había sacrificado su porvenir; había sufrido dos años de amargas humillaciones; ya no podía dignamente unir su destino al de otra mujer dentro de una sociedad gobernada por las leyes más que por los efectos.
Esto me recuerda una de la mayores humillaciones de mi vida, un día en que mi pobre tía me sorprendió encaramada en una silla delante de la chimenea del comedor, con la nariz pegada al tremó, que tenía reflejos verdes, para verme más de cerca. Mi tía se indignó enormemente y me llevó, toda temblorosa, hasta la sacristía, donde estaba usted escribiendo en un gran librote.
Su fanatismo sombrío y su sed insaciable de mando contribuyeron á que se perdiese una de las joyas más preciosas de su corona, y la destrucción de la armada invencible anunció ya las próximas y graves humillaciones, que amenazaban al poder español. En lo interior acabó con los últimos restos de la libertad política, destruyendo la constitución aragonesa.
La señorita Guichard exhaló un suspiro, se propuso hacer pagar después á Fortunato las humillaciones que la dedicaba, y no pudiendo hacer cosa mejor que esperar, esperó. Al cabo de quince días, como no recibiese noticias de su prometido ni oyese hablar de él, perdió la paciencia y se decidió á informarse.
La limpieza de sus bolsillos era absoluta, y el crédito, apurado ya, faltaba. ¡Qué habría sido de ella si sobre estos horrores no apareciera un sol de vida y esperanza! ¡Ganar el pleito! La idea de un triunfo próximo le daba fuerzas para hacer frente a tantas humillaciones. Si el procurador le decía que había tarea para mucho tiempo, su descorazonamiento rayaba en desesperación.
Los ricos adornos del palacio sólo los conservaba como un depósito. La noble casa de los Febrer estaba sumergida y él era incapaz de sacarla a flote. Pensaba fríamente algunas veces en la conveniencia de salir del mal paso sin humillaciones ni deshonras, haciendo que le encontrasen una tarde en el jardín, dormido para siempre bajo un naranjo, con un revólver en la diestra.
Hablaba Mina con tristeza del mundo viejo que dejaban a sus espaldas. ¡Ah, Berlín!... Este nombre hacía revivir los recuerdos más tristes de su vida, años de pobreza desesperada, de humillaciones crueles, de vergonzosa decadencia. Marchaba hacia las tierras nuevas con la ilusión de algo mejor. Ojeda, al oír esto, sonrió imperceptiblemente.
Al abuso de nuestras facultades físicas sucede el dolor; á los extravíos del espíritu siguen el pesar y el remordimiento. Quien busca con excesivo afan la gloria se atrae la burla; quien intenta exaltarse sobre los demas con orgullo destemplado, provoca contra sí la indignacion, la resistencia, el insulto, las humillaciones.
Diome la limosna y, en seguida, para alentarme y apurar el cáliz de una vez, estuve dos días sin parar subiendo escaleras y tirando de las campanillas. Una familia me recomendaba a otra, y no quiero decir a ustedes las humillaciones, los portazos y los desaires que recibí. Pero el dichoso maná iba cayendo a gotitas a gotitas... Al poco tiempo vi que el negocio iba mejor de lo que yo esperaba.
Palabra del Dia
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