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Actualizado: 13 de octubre de 2025
Sí; la república se pierde agregó con brusquedad Bracamonte, comunicando a su voz una resonancia imprudente. ¿Y, por ventura, debemos asombrarnos, cuando España, regida ayer por sus más claros varones, es hoy la presa de ávidos pecheros, que, no sólo buscan por todo medio acrecentar la propia hacienda, aunque perezca la pública, sino que pretenden, a más, empobrecer y destruir a la más antigua nobleza del reino, no dejándola, como sabemos, regentar los negocios, e inventando contra ella, cada día, nuevos pechos y humillaciones?
Doña Camila la educaba como si fuera un polvorín. «Se había equivocado su natural instinto de la niñez; aquella amistad de Germán había sido un pecado, ¿quién lo diría? Lo mejor era huir del hombre. No quería más humillaciones». Esta aberración de su espíritu la facilitaban las circunstancias.
Mas a modo de consuelo para tanta vergüenza, como en resarcimiento de reinos arrebatados y humillaciones sufridas, quedaron en nuestra historia intelectual dos manifestaciones gloriosas del genio español: la riqueza extraordinaria de la producción literaria y el florecimiento de la pintura.
Su gran temor era que Pepe llegara a ponerse blusa para trabajar, como si en este detalle fuese envuelta toda la ruina de la casa. Transigía con la pobreza, con la miseria, con todo; pero a lo vergonzante, no enterando al prójimo de humillaciones que no le importaban. La mayor pesadumbre fue para don José.
Las palabras de «madre falsa, ladrona de herencias» llegaron a sus oídos y la hicieron estremecer. Sus enemigos estaban hablando del secreto cuyo conocimiento ella perseguía al precio de las más sangrientas humillaciones y los más crueles sufrimientos. Impresionada hasta el punto de que casi le faltaban las fuerzas, apoyó la mano en la pared y se deslizó hasta la puerta.
Aquellos animales estaban armados para la vida, podían mantenerse por su propia fuerza, sin conocer los desalientos, las humillaciones y las tristezas que le afligían a él. ¡El mar!... Su grandeza, insensible para los hombres, cruel e implacable en sus cóleras, abrumaba a Febrer, despertando en su memoria un sinnúmero de ideas que tal vez eran nuevas, pero él las aceptaba como vagas reminiscencias de una vida anterior, como algo que ya había pensado, no sabía dónde ni cuándo.
Le he enviado dos entradas para el concierto de esta tarde: una para él y otra para esa señorita Valeria, acompañante de la duquesa. ¡El pobre! ¡siempre haciendo tonterías como un enamorado!... Pero su sonrisa de hombre superior, exento de tales humillaciones, se cortó al darse cuenta de que otra vez estaba diciendo algo molesto para el príncipe.
¿Qué clase de ciudadano puede ser en la sociedad un individuo que se ríe del castigo usando el medio fácil de un abogado celestial? ¿Cómo pueden asustarle las penas del infierno cuando sabe que por medio de un abogado poderoso, Dios se verá forzado a perdonarle? ¡Y cuando un hombre conoce el medio de evitar la justicia divina, es claro que para escapar de la justicia humana recurrirá para conmover la piedad del juez, para evitar el cumplimiento de la ley, para no cumplir con ningún deber y vivir sólo disfrutando de derechos, recurrirá a usar con las autoridades humanas los mismos procedimientos de propiciación, halagos, prevaricación, humillaciones y engaños que dominaron al mismo Dios y vencieron el poder del Demonio!
Redúcense realmente las oraciones de los mahometanos á verdaderas gesticulaciones con el cuerpo, las manos y los piés: incurvaciones de la cabeza y de la espalda, postraciones ó humillaciones de toda la persona en tierra, y otros actos propios de histriones.
» Lo sé ya, señora repliquéla , y en eso estábamos al principio; pero llegando a donde he llegado yo con mis explicaciones y mis súplicas, la pregunto a usted ahora, y a usted, mi buen amigo don Santiago: a cambio de ese gran beneficio, ¿qué reclaman ustedes de mí?, ¿qué testimonios desean para creer que si escandalicé como mujer deshonesta, puedo edificar como arrepentida?, ¿qué martirios, qué humillaciones?... Díganmelo: yo lo haré todo..., todo, sin repugnancia, con la sonrisa en la boca y besando el azote que me castigue.
Palabra del Dia
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