Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 1 de octubre de 2025


No leía más que libros de entretenimiento; no meditaba. Fatigado de tropezar con el mismo muro infranqueable, huía con terror de lanzar su pensamiento por las esferas de la metafísica. Llegó un momento, sin embargo, en que lo hizo sin darse cuenta de ello. Era una noche plácida de Mayo. Hacía poco más de un mes del famoso viaje a Palencia.

Si mi caballo no sirve para correr liebres, sírvolo yo para haceros dar una carrera en pelo contestó el incógnito, que aún permanecía embozado , y sin decir una palabra más se fué para el palafrenero con tal talante, que éste retrocedió asustado hacia una puerta inmediata, á tiempo que salían de ella dos hombres al parecer principales, contra uno de los que tropezó violentamente el que huía.

»En ocasiones, pronto a ceder, huía de ; o bien enajenado de amor, caía a mis pies exclamando: Yo seré tu esclavo; pasaré mi vida adorándote; ¡hermana mía, amiga mía... no quiero de ti más que tu alma, tu amor!... ¡No exijo nada del destino; soy el más dichoso de los hombres!... ¡La dicha fuera de aquí no equivale a la desgracia a tu lado!...

Vivía entre el beau monde, formaba parte integrante de la high life; el pueblo la atacaba los nervios; huía de la multitud por miedo al mal olor, y si en otros tiempos la hubiesen llamado ciudadana, habríase muerto del susto.

El tiempo que le dejaban libre sus ocupaciones, que era la mayor parte del día, pasábalo sentado á la puerta de la casa en la misma forma que ahora, recreándose en dar vaya á cuantas personas cruzaban por delante ó en piropearlas si el transeunte acertaba á ser alguna zagala fresca y sonrosada. Por eso se le temía y se le huía como á mosca de cuadra.

En cierta época, cuando era joven, al pensar en estas cosas la duda le había atormentado tantas veces con punzadas de remordimiento, si quería figurarse la vida de Jesús, que ya tenía miedo de tales imágenes; huía de ellas, no quería quebraderos de cabeza. «Bastante tenía él en qué pensar». Era un iconoclasta para sus adentros.

Maltrana se excusaba, algo contrariado de que por esta vez no le fuese posible alardear de una amistad. Apenas se había fijado en ella: ¡pchs! ¡la mujer de aquel borrachín director de orquesta!... Era algo arisca; huía de la gente; apenas se trataba con las otras damas de la compañía. Vivía para su hijo, un pequeñín de cabeza enorme, siempre agarrado de su mano.

Con aquella pasión ardorosa, con aquel amor lleno de misterio y placer se había unido también la afición a la criatura. Pero los martirios que su cólera insensata le había hecho padecer abrió entre ellas un abismo. Josefina jamás amaría a su verdugo. La pobre niña, vestida con ricos trajes, vagaba sola por el palacio de Quiñones, sin hallar en nadie ternura. Amalia huía, de ella.

Un sietemesino de vida precaria, y gran peligro y grandes pérdidas de la madre... eso era lo que podía producir el viaje a la ciudad si no se tomaban grandes precauciones. Emma chilló, cogió el cielo con las manos, insultó a Bonis, y a Minghetti, y a D. Basilio, ausentes. ¡Ella que creía engañar a la naturaleza! ¡Huía de un peligro y buscaba otro mayor! Pero, ¿por qué no me lo han dicho en casa?

Dos años después el futuro poeta huía de su pueblo para ir á establecerse en Pont-Audemer, donde, mientras se dedicaba á aprender el oficio de tipógrafo, escribió un drama en tres actos.

Palabra del Dia

pacificadoras

Otros Mirando