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Actualizado: 18 de junio de 2025
Dijo que su patrona practicaba mucho la caridad, que daba y enviaba mucho dinero a los pobres y a las instituciones caritativas de Lausana, de Niza y de Milán, lo que confirmado por la Baronesa de Börne y por todos los extranjeros residentes en el Beau Séjour: ¿no estaba allí la explicación de la diferencia entre las sumas halladas en casa de la muerta y las que debían haberle encontrado?
Sobre la parte histórica, ved á Eutichius, Annal., tomo II, págs. 240-248; Baronius, Annal. eccles., A. D. 628, NO. 1-4; Nicephorus brev., pág. 15; Teophanes chronograph., págs. 265 y siguientes; el Chronicon paschale, págs. 398 y siguientes; d'Herbelot, Bibliotheca orientalis, pág. 789; Assemanni, Bibliotheca orientalis, tomo III, págs. 415-420; Le Beau, Histoire du Bas Empire, tomo XII; Gibbon, Decline and fall, cap. 46.
La faja de su hermano y la Capitanía general de Madrid, que desempeñó este algún tiempo, habíanle abierto las puertas del beau monde, y allí se había encastillado ella y tomado carta de naturaleza. Villamelón, dando sus pataditas, repetía por centésima vez muy angustiado: ¿Sabes, Curra?... Malo estoy. Fernandito, ¡por Dios!... No me lo digas... Indigestión... El vol-au-vent de codornices.
Vivía entre el beau monde, formaba parte integrante de la high life; el pueblo la atacaba los nervios; huía de la multitud por miedo al mal olor, y si en otros tiempos la hubiesen llamado ciudadana, habríase muerto del susto.
Rien n'est beau que le vrai, ha dicho Boileau, y en esta sentencia se encierra toda la crítica de esa apócrifa casta.
Al fin me decido y vuelvo al bullicio: las 12 de la noche han sonado y no queda ya en las anchas veredas, desde el bulevar Montmartre hasta la plaza de la Opera, sino uno que otro grupo de retardatarios, y aquellas sombras lívidas, flacas y míseras, que corren a lo largo del muro y os detienen con la falsa sonrisa que inspira una piedad profunda... Todo ha pasado, el pueblo se ha divertido y M. Prud'homme, calándose el gorro de noche, dice a su esposa: Madame Prud'homme, on a beau dire: nous sommes dans la décadence.
Aquí, en el Beau Séjour. ¿Todavía no había alquilado la villa? Sí, pero pasó algunas semanas en el hotel. ¿Dónde vivía en invierno? En Niza. ¿Entonces el año pasado ya no estaban juntos? No. Y ahora, ¿hacía poco tiempo que él había vuelto a unírsele? En estos últimos meses. Esa mujer, esa joven, ¿podría usted decirme quién es? Una compatriota y correligionaria suya.
Allí estaban casi todos los jóvenes periodistas, empleados y poetas; cuanta cursi hay en Madrid, esto es, todas las señoras y señoritas de poquísimo dinero que aspiran a ser notadas o conocidas en la buena sociedad, o dígase en la sociedad de más dinero, por mala que sea; muchas familias honradas de la clase media, sin otras aspiraciones que las de aspirar el aire fresco y distraerse un poco oyendo la música; las suripantas o hetairas de todos los grados y categorías, con tal de haberse encontrado poseedoras de una peseta a la hora de entrar; multitud de hombres políticos notables de los quince o veinte partidos que hay en España; un centenar de generales; no pocos diputados, senadores y ministros, y, por último, aquella parte del beau monde que aun no había salido a veranear, que prometía salir, o que se hallaba tan segura de su crédito de pudiente, que no temía comprometerle pasando en Madrid un verano.
Palabra del Dia
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