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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Tuvimos que dar un gran rodeo para llegar a ellos, cosa que no hubiéramos conseguido si en vez de niños fuésemos hombres; mas nuestra corta edad nos salvaba de toda detención y reconocimiento, pensando los soldados que andábamos buenamente en busca de la casa.
¿Y la dijo usted eso? Debía decírselo. Ella me oyó. El temporal había terminado, el sol resplandecía sobre la lozana verdura. La dije que la tempestad de su vida se tenía que calmar algún día, y que ese día yo sería aún suyo. Ella suspiró: «¡Si nos hubiéramos conocido antes!...» Yo seguí hablando.
Los hubiéramos visto cuando sacamos el lastre. A poco se golpeó la frente y palideció. ¡Gran Dios! murmuró. ¿Qué tienes, tío? le preguntaron Hans y Cornelio. ¡Van-Horn! gritó el Capitán, en lugar de responder . ¿Te parece que el junco conserva el mismo nivel? ¿Qué queréis decir, señor? preguntó el marino. Te pregunto si te parece que conserva, siempre el mismo desplazamiento.
Salimos, pues, los cuatro, dando escolta alegremente a un voluminoso cesto lleno de provisiones, con el que cargábamos alternativamente Lautrec y yo. El tiempo estaba radiante y el calor nos hubiera parecido insoportable si hubiéramos tenido que ir a descubierto por una carretera.
Tu madre y yo hemos hablado muchas veces aquí de esos fregados; pero no eran asunto que debía quitarme el sueño, ni cosa de llamarte a ti para que te fueras enterando... ¡Ojalá lo hubiéramos hecho!... Y he aquí, hijo mío, por qué no te culpo de lo que te pasa, y las razones que tengo para apoyar a tu madre en lo que te ha dicho.
Son, en efecto, muy fuertes, y manejan con destreza y vigor la ancha y corta pala que les sirve de remo, al par que de timón. Hubiéramos querido visitar de noche el pueblo de Pasig para ver el uniforme que usan los serenos, de que nos habla Mr. Jagor, en sus Viajes por Filipinas.
Y siguió la carta adelante: «Pero ni las mujeres le engañan, ni él procura engañar á la que por inocente pudiera ser engañada.» ¡Hum! interrumpió el cocinero, sin dejar de leer. «Es un mozo completo, lo que se debe en gran manera á su padre, porque nosotros, por nuestra pobreza, no hubiéramos podido darle los estudios que se le han dado, el título que posee y que podrá servirle de mucho.
Ciertamente que esto no era imposible á nuestros ojos; si se nos hubiese preguntado sobre el particular, hubiéramos respondido que era hombre, y por lo mismo estaba sujeto á flaquezas, pero que esto nada rebajaba de sus excelentes prendas. Pues ahora, ¿porqué tanta exageracion?
Jamás hubo en mí virtud sólida, sino hojarasca y pedantería de colegial, que había leído los libros devotos como quien lee novelas, y con ellos se había forjado su novela necia de misiones y contemplaciones. Si hubiera habido virtud sólida en mí, con tiempo te hubiera desengañado y no hubiéramos pecado ni tú ni yo. La verdadera virtud no cae tan fácilmente.
Y le declaramos conforme a estas palabras. ¿Podíamos nosotros saber que había de decir: Haced venir a vuestro hermano? 10 que si no nos hubiéramos detenido, cierto ahora hubiéramos ya vuelto dos veces. 12 Y tomad en vuestras manos doblado dinero, y llevad en vuestra mano el dinero vuelto en las bocas de vuestros costales; por ventura fue yerro.
Palabra del Dia
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