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Actualizado: 20 de julio de 2025
Los había en el mundo también. ¡Pero qué feos eran, qué horrorosos! ¿Cómo podía ser que tanto deleitasen aquellas traiciones, aquellas muertes, aquellos rencores en verso y en el teatro? ¡Qué malo era el hombre! ¿Por qué recrearse en aquellas tristezas cuando eran ajenas, si tanto dolían cuando eran propias? ¡Y él, el miserable, hombre indigno, cobarde, estaba filosofando y su honor sin vengar todavía!... ¡Había que empezar, volaba el tiempo!... ¡Otro tormento! ¡el orden de la función, el orden de la trama! ¿Por dónde iba a empezar, qué iba a decir; qué iba a hacer, cómo la mataba a ella, cómo le buscaba a él?».
Capas negras y pardas, sombreros de copa alta absurdos, horrorosos... todo triste, todo negro, todo desmañado, sin expresión... frío... hasta D. Álvaro parecíale entonces mezclado con la prosa común. ¡Cuánto más le hubiera admirado con el ferreruelo, la gorra y el jubón y el calzón de punto de Perales!... Desde aquel momento vistió a su adorador con los arreos del cómico, y a este en cuanto volvió a la escena le dio el gesto y las facciones de Mesía, sin quitarle el propio andar, la voz dulce y melódica y demás cualidades artísticas.
Ni es menester ir tan lejos; a los ojos tuvimos la diferencia, aun de los menos advertidos, reparable entre los reducidos y los pertinaces. Estos iban formidable el semblante; horrorosos, inquietos, perturbados y vomitando furias los ojos y en todo su aspecto tan endemoniados que al pasar se oía por las calles frecuentemente: JESUS; qué cara de condenado!
Sonaron furiosos los cencerros; las bocas abiertas de los espectadores, ocultos en la obscuridad, tragaron varios golpes de polvo, y pasó como una pesadilla el rebaño feroz, monstruos informes de la noche, que trotaban, pesados y ágiles a la vez, estremeciendo sus moles de carne, dando horrorosos bufidos, corneando a las sombras, asustados e irritados al mismo tiempo por los gritos de los zagales que los seguían a pie y por el galopar de los jinetes que cerraban la marcha acosándolos con sus picas.
Vastos y horrorosos incendios que cubren todo el horizonte, erupción de rayos magníficos; Etna fantástico, que inunda de lava ilusoria la escena de invierno sin fin. Todo es prisma en una atmósfera de partículas heladas en que el aire se ha convertido en espejos y cristalitos. De ahí sorprendentes escenas de espejismo. Varios objetos vistos á la inversa, momentáneamente aparecen cabeza abajo.
Esta no tiene más sucesos que referir que esos que he indicado; y el autor del libro declaraba que para no repetir hasta la náusea hechos exactamente iguales y horrorosos, iba a limitarse a decir que aquello duró hasta el año tantos y a dar la lista de los soberanos que reinaron en todo ese tiempo.
Yo he dicho que la soberanía de la nación por un lado y la libertad de la imprenta por otro, son dos obuses cargados de horrorosos proyectiles que nos harán más daño que los que ha inventado Villantroys. Caballero dije yo afeminadamente , esa comparacioncita es exacta y procuraré retenerla en la memoria. Deploro tantos errores dijo la dueña de la casa . Pero aquí, Sr.
Usted, al Casino; yo, a su casa dijo Sebastián ; y cada cual echó a correr: uno, calle arriba; otro, calle abajo. Bonis entró temblando, como en otro tiempo. «¿Qué sería? ¿Volverían los días horrorosos de la fiera enferma? ¡Comparados con ellos los presentes, de relajamiento moral, le parecían ahora flores! Y en adelante, ¿qué armas tendría para la lucha?
Sus gritos horrorosos ya no sirvieron sino para sacarme de aquel enajenamiento mortal... abrí los ojos, los tendí a todas partes... la hoguera consumía una víctima, y el hijo del Conde estaba allí. MANRIQUE. ¡Desgraciada! AZUCENA. Había quemado a mi hijo. MANRIQUE. ¡Vuestro hijo! ¿Pues quién soy yo, quién?... Todo lo veo.
Revolvía los ojos con una expresión anonadadora al hablar de felonías y traiciones, como si dispusiera de horrorosos castigos para los culpables. Su voz adoptaba un tono pavoroso, y los dos contendientes ya no pensaron desde este momento en fijar bien su puntería ni en la posibilidad de ser heridos.
Palabra del Dia
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