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Actualizado: 28 de octubre de 2025
Podía contar á docenas sus amigos muertos; unos, en montón, á tiros de revólver, en el fondo de una mazmorra; otros, fusilados. Varios habían perecido de hambre, como morían años antes los de abajo, que ahora tomaban su desquite. Todos estos horrores despertaban su egoísmo, haciéndole encontrar nuevos encantos á su situación. El mundo había caído en una demencia sanguinaria.
la pálida frente pura reflejando la hermosura del amor de los amores, de la maternal ternura olvidaba en la locura de su espanto los horrores. ¡Oh tu amor cuál te amedrenta! dijo Ataide conmovido. ¡Sí, de la brava tormenta Ayela exclamó el rugido en mi corazon herido siento horrible y me amedrenta!
Estas encallaban en los bajíos; aquéllas, por querer escapar velozmente, quebraban sus entenas; otras se entregaban sin combatir. El, para bien de su honra, se hallaba en el fuerte. ¡Contaba entonces los horrores del asedio, las enfermedades desconocidas, las heridas monstruosas, el hambre, la sed!
Largo espacio ocuparía relatando con todos los pormenores que se conservan aquel alzamiento popular, que tuvo por origen la gran carestía de víveres que se dejó sentir en las clases pobres, encareciéndose tanto el pan, que el hambre imperó con todos sus horrores en los barrios bajos de la ciudad y la situación de multitud de familias llegó á ser verdaderamente desesperada.
¡Qué cosa tan extraña es la conciencia! Juana, la mujer loca que, con dura y tenaz impenitencia, vivió de la impureza en los horrores, sus inmundos errores como descargo de su culpa invoca... ¡Y al mismo tiempo, el justo que consagró á su Dios el pensamiento, con alma temerosa y juicio adusto hace de la virtud remordimiento!
Otros, al sentir el contagio de este pánico, habían huído igualmente, temiendo conocer los mismos horrores... Vió madres con sus pequeños en los brazos; ancianos doloridos que sólo podían avanzar con una mano en el bastón y otra en el brazo de alguno de su familia; viejas arrugadas é inmóviles como momias, que dormían y viajaban tendidas en una carretilla.
He querido sólo decir, señores jurados, que la señora Karaulova no renunciará a sus convicciones aunque se le amenace con hacerla quemar en una hoguera y con todos los horrores de la Inquisición, lo que, por fortuna, es imposible en nuestra época. En la persona de la señora Karaulova vemos, señores jurados, algo así como el reverso de la mártir cristiana.
Y se puso a contarle, en apoyo de la tesis de Villamelón, horrores..., horrores de Jacobo... Paco Vélez se lo había dicho todo la noche antes: ella, ¡claro está!, por prudencia había callado tanto tiempo; pero ya era hora de hablar, y a fuer de buena amiga debía desengañarla...
Pues se ha muerto: le mataron." Luego la noche contribuye á este tormento; la noche, que á todo da formas horribles, lo mismo á las cosas materiales que á las visiones internas. Clara, que no había podido ni podía dormir, no cesaba de percibir informes, bultos, sangre, obscuridad, repentinamente opuesta á una gran luz que alumbra horrores. Da calentura esa situación.
Los novelistas rusos siguen por regla general las huellas de los franceses y aun los sobrepujan. He leído una producción dramática titulada El poder de las tinieblas que, en cuanto á horrores condensados, deja atrás á todas las francesas.
Palabra del Dia
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