United States or Slovenia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Petra, por venganza, por mala índole, había hablado, había dicho a alguna amiga lo de su antigua ama. «¿Que por qué había dejado aquella casa? Por tal y por cual». Trabuco, a quien la honra de merecer la confianza de Quintanar había llenado de vanidad, no había podido resistir la tentación de dejar transparentarse su secreto. Ello era que en todo Vetusta no se hablaba de otra cosa.

56 ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todo esto? 57 Y se escandalizaban en él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su tierra y en su casa. 58 Y no hizo allí muchas maravillas, a causa de la incredulidad de ellos. 1 En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús,

La partida de bautismo de don Juan Téllez Girón, hijo natural del excelentísimo señor duque de Osuna, y de una principalísima dama, cuyo nombre, según decía la partida, se ocultaba por la honra de la misma dama. Juan apartó aquel papel y tomó otro.

Según él, Cuba nos produce tanto, que el día en que la perdamos, casi todos los españoles nos moriremos de hambre ó poco menos. Por interés y no por punto de honra, anhelamos, pues, conservar á Cuba. El Sr. Merchán no quiere comprender ó no comprende, que, hasta prescindiendo del interés y del punto de honra, la conservación de la grande Antilla nos importa mucho.

Gasté su caudal y su nombre, porque fuí una mujer galante, una aventurera; porque en mi sed de gozar me olvidaba de mi honra, como me había olvidado de mis padres, como me había olvidado de mi esposo. ¡Oh! ¡oh! vos sin duda exageráis, señora. Os digo la verdad; no he querido engañaros.

Hizo una nueva pausa y continuó: El honor vale más que la vida para ciertos hombres; la respetabilidad, la conservación del lugar que ocupan. Sólo me convencería un hombre que arriesgase por honra y posición, que descendiese á lo más bajo, sin perder su voluntad de vivir... ¡Eso es un sacrificio!

Si no me engaño, arquero, dijo el barón adelantándose después de mirar atentamente al sorprendido cautivo, acabas de hacer prisionero al noble caballero español Don Diego de Álvarez, á quien tuve la honra de ver un tiempo en la corte de nuestro príncipe.

¡Y a mucha honra, y a mucha honra!... ¡re-hostia! gritó fuera de el chalán, levantándose encolerizado . ¡Vaya con las tías estas...! Jacinta daba diente con diente. Rafaela quiso salir a llamar; pero su propio temor le había paralizado las piernas.

Si ese hombre no hubiera venido á Madrid, no hubiera conocido á doña Clara Soldevilla, y no hubiera podido ayudarla, cuando esa mujer servía á la reina con su vida, con su honra; no hubiera encontrado á Quevedo, y sin Quevedo, no hubiera herido á tu buen secretario don Rodrigo Calderón; si no hubiera herido á don Rodrigo, si no le hubiera arrebatado las cartas que tenía de la reina...

Usted no ama á nadie: no hay hombre en el mundo digno de tal honra. ¡Cuánto placer me causa el creer esto! Su espíritu sereno como las montañas que nos circundan y casto como la nieve que viene á caer sobre ellas, vive en contemplación eterna del firmamento azul.