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Actualizado: 14 de junio de 2025
A principios de Setiembre, habiendo llegado a estar tres días sin mentar para nada aquel galimatías del alma, las dos señoras estaban muy alegres confiando en que pasaría pronto el ramalazo. Volvieron los paseos de noche, y por fin le permitieron salir solo, y reanudó sus trabajos en la botica, cuidadosamente vigilado por Ballester. Fortunata tenía además otros motivos de hondísima pena.
Lleno de turbación le habla de las Madres, o dígase de las ideas ejemplares, de las formas puras antes de unirse a la materia prima y producir los diversos seres; las cuales Madres, cuyos misterios el diablo no entiende, viven en el vacío eterno, fuera del tiempo y del espacio, y sólo por medio de hondísima y solitaria contemplación, reconcentrándose en el meditar, y arrojándose en horribles abismos, puede llegar a ellas un ánimo atrevido.
El relato que hizo Neluco al amor de la lumbre y vestido ya con ropas mías, fue lacónico, expresivo y pintoresco en sumo grado; y bien puede asegurarse que aun sin estas excepcionales condiciones, no le hubiera faltado la hondísima atención con que le oímos mi tío, sus dos criadas y yo.
Tan grande era la novedad de aquella idea, que necesitó algún tiempo para tenerla por lisonja. Se quedó pálida como una muerta, y tanto se trastornó su fisonomía, que teniendo vergüenza de que D. Benigno sorprendiera en ella la impresión hondísima que experimentaba, bajó la cabeza.
Y se hizo el lujoso entierro, y acudió á él mucha y lucida gente, lo que fué para Torquemada motivo de satisfacción y orgullo, único bálsamo de su hondísima pena. Aquella lúgubre tarde, después que se llevaron el cadáver del admirable niño, ocurrieron en la casa escenas lastimosas.
Unos con rabia atroz, otros con llanto, alzan al cielo punzador gemido, y el de unos en el de otros confundido, en concierto infernal, que crece y crece como el mar al alzarse enfurecido, hacen llegar sin tregua hasta mi oido un grito de dolor que me enloquece. Por fin, tras largas horas de ignorado martirio, el mal se aleja trocándose en hondísima amargura que ya nunca me deja.
Miraba a su chulita con estupidez y cierta expresión de duda o sorpresa. Fortunata seguía pegando gritos; pero él no se enteraba; lo poco que oía era como si oyese el ruido del viento: no le sacaba sentido. Cansada de inútiles esfuerzos, la joven se calló, mirando a su amigo con hondísima pena.
Corrí a mi cuarto, encendí el quinqué, y, presa de hondísima emoción, leí la carta. Mi tía pretendía en vano disimular su impaciencia. ¿Qué dice?... ¡Vamos, tía, calma, calma! Voy a leerla; pero que tía Carmen la oiga también.... Linilla había previsto el caso, y escribió dos cartas: una para que pudiera yo leerla delante de mis tías; la otra para mí.... ¡Sólo para mí!
Los techos reverberando, los pintorescos balcones verdes y azules, las altas y elegantes azoteas de estilo morisco, los arbustos cuajados de flores y perfumes, los grupos animados de una poblacion en que se veian tipos muy variados, los mármoles resplandecientes de las casas mas lujosas, los lejanos castillos destacándose sobre las ondas, las montañas, confusas en lontananza, el mar encrespado y sacudiéndose bajo su manto de luz crepuscular, el sol, enorme por un efecto de óptica, como bañándose en el océano, la brisa agitando suavemente los árboles, el cielo de una hermosura extraordinaria; todo aquello me llenó de encanto, de embriaguez, dejándome en el alma una hondísima impresion que nunca olvidaré.
Palabra del Dia
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