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Actualizado: 20 de junio de 2025


Al introducirla en la cerradura y empujar la puerta, otro relámpago bañó de claridad fantasmagórica el sitio en que iba a penetrar; rodó el carro del trueno, pausado al principio, después ronco y formidable, como una voz hinchada por la cólera, y Nucha retrocedió con espanto. ¿Qué sucede, señorita querida? ¿Qué sucede? gritó el capellán.

¡Adiós! continuó en voz baja, con la garganta hinchada de sollozos . Ya no me verás... Voy á morir pronto: me lo dice el corazón... ¡Moriré por ti!... Tal vez llores algún día pensando que pudiste salvarme. Alguien había intervenido para arrancar á Freya de su rebelde inmovilidad. Era Caragòl, solicitado por los ojos implorantes del piloto.

Se infectó con un instrumento de cirugía que acababa de ser empleado en una operación. Tal vez fué por torpeza de sus manos; tal vez... ¡quién sabe! Don Marcos cree que la duquesa estaba cansada de vivir. Una muerte horrible, marqués. Yo no la vi: celebré no verla. Me contaron que estaba negruzca é hinchada.

Jacobo, solo en la popa bajo la vela hinchada por el viento, apoyado en la borda y aniquilado de cansancio por los esfuerzos impuestos á su cuerpo debilitado, dejó su débil cabeza balancearse á merced del vaivén del barco, y en la dulce y tibia noche experimentó por primera vez después de mucho tiempo una sensación deliciosa de paz y de tranquilidad.

Nadie quería seguirle, cuando los navegantes contemplaron atemorizados el aspecto aterrador de la punta de América, la desolada Tierra del Fuego, y el fúnebre cabo Forward. Esa comarca, arrancada del Continente por violentas convulsiones, por la furiosa ebullición de mil volcanes, aseméjase á una tormenta de granito. Hinchada, resquebrajada por un enfriamiento repentino, su aspecto es horroroso.

Para dudar de ello es necesario ser tonto, y vos no lo sois; todo, hasta la salud, cansa; vos vivíais sin rivales en la escena, sin rivales en la hermosura; poseíais una hermosa casa, una buena mesa; os galanteaba en vano toda la corte; el duque de Lerma es un amante muy cómodo, que se contenta con que todo el mundo sepa que paga á la mujer codiciada por todos, que os visita poco, y cuando os visita os habla de la última comedia de Lope, ó del tiempo, y se va saludándoos gravemente, sin haber mortificado más que al sillón donde su hinchada vanidad se ha sentado.

Os ruego ordenéis á los soldados que se tiendan sobre cubierta y permanezcan inmóviles, dijo el capitán. Dentro de pocos minutos estaremos salvados ó habrá llegado nuestra última hora. Arqueros y hombres de armas obedecieron prontamente. Golvín se aferró al timón y miró fijamente á proa, por debajo de la hinchada vela mayor. Los dos jefes, inmóviles á popa, contemplaban también la temida barra.

Pasmóse interiormente el gran Robinsón, porque ignoraba por completo que semejante candidatura se hubiera presentado; mas pareciéndole contrario a su decoro manifestar ignorancia, y cediendo a su hinchada vanidad, que le llevaba siempre a disfrazarlo todo con solemnes mentiras y enigmáticos conceptos, a fin de mantener en alza su crédito político, replicó imperturbable. Ha contado. Entonces...

Junto a ella se hallaba su marido, un alto bohemio, vestido de levita, con una mejilla hinchada a causa del dolor de muelas, que la acompañaba con la guitarra.

Al día siguiente se quedó en la cama, porque tenía la nariz muy hinchada y un ojo también. Miguel fue a hacerle compañía y procuró consolarle del mejor modo que pudo con alguna piadosa lisonja.

Palabra del Dia

rigoleto

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