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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Con dificultad concede Júpiter esta licencia: a él y a los demás inmortales les es en extremo penosa la ausencia de Amor; pero cuando concede la licencia, que es de siglo en siglo a lo más, y por breve plazo, Amor desciende entre nosotros, y dejando siempre que sus hermanitos menores le remeden, hiriendo a las almas vulgares, emplea sus flechas de oro en atravesar pocas almas encumbradas y divinas.
Y Juanito callaba, a pesar de que tenía razones de sobra para responder. Desde la muerte de su padre se había comido la viuda la renta de su huerto; lo llevó vestido hasta los veinte años con los desechos de su padrastro; había ahorrado a su madre el gasto de una criada, cuidando fervorosamente a sus hermanitos, aguantando sus rabietas de criaturas nerviosas, y hacía ya diez años que ganaba su salario en Las Tres Rosas, entregándolo íntegro a la mamá. ¿Qué gastos hacía él, vamos a ver? En cambio, los otros.... Pero a los otros había que dejarlos en paz.
Guardiana era huérfana; su padre y madre murieron del pecho, con diferencia de días, quedando a cargo de una muchacha de dos lustros de edad, cuatro hermanitos, todos marcados con la mano de hierro de la enfermedad hereditaria: epiléptico el uno, escrofulosos y raquíticos dos, y la última, niña de tres años, sordo-muda.
Sus hermanitos lloraron mostrando los puños impotentes á un automóvil en el que gritaba y se agitaba la maestrita sin poder librarse de sus raptores. Todo el resto de la nación se asombró tanto como el vecindario de la ciudad. Una sublevación no tenía nada de extraordinario.
La pregunté por señas si salía de paseo, y me contestó que sí: y en efecto, un día aguardé en la calle hasta las cuatro y la vi salir en compañía de una señora, que debía de ser su mamá, y de dos hermanitos.
Las gentes del campo se admiran cuando ven que comparten con ellos los sufrimientos personas que por su posición ellos creen de naturaleza diferente. Ya era de noche cuando acompañamos a la joven hasta su casa. En la puerta estaban sus hermanitos, que al verla le preguntaban si su padre volvería más tarde. ¡Inocentes criaturas!...
¿Quieres que te saque al patio a jugar con tus hermanitos? le decía. No, mamá contestaba Lita, preguntando al rato: Mamá, ¿las hadas pueden lo que los médicos no pueden? La mamá miraba a Lita como si fuera a llorar, y le decía, besándola en los ojos y bañándole la carita con sus lágrimas: Dios puede todo lo que quiere, mi hijita del alma... ¿Por qué me preguntas eso? Por nada, mamá.
Cuando sus hermanitos y sus primos se fueron a jugar y la dejaron sola, ella preguntó a la niñera: Miss Mary, ¿cree usted que hay hadas? Sin entenderle, sin escucharla siquiera, miss Mary repuso: «Yes, my dear, yes». «¡Qué tontas son estas inglesas! pensó Lita.
No hubo otro medio de reducirla a bañarse exclamó al advertir la admiración de Julián ; y como don Máximo dice que el baño le conviene.... No me pasmo yo de ella respondió el capellán , sino de él, que le teme más al agua que al fuego. A trueque de estar con la nena replicó Nucha , se deja él bañar aunque sea en pez hirviendo. Ahí los tiene usted en sus glorias. ¿No parecen un par de hermanitos?
Faltaban las de Ciudad. Don Mariano y el médico de la Sanidad quedaron consternados al oír este nombre que envolvía un guarismo tan respetable. Antes de que pudieran salir de su consternación ya habían aparecido por una de las bocacalles del muelle las seis señoritas acompañadas por su papá, su mamá, el ingeniero Suárez y dos hermanitos de menor edad.
Palabra del Dia
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