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Entristecióse mucho Sancho deste suceso, porque se le representó que los que iban huyendo habían de dar noticia del caso a la Santa Hermandad, la cual, a campana herida, saldría a buscar los delincuentes, y así se lo dijo a su amo, y le rogó que luego de allí se partiesen y se emboscasen en la sierra, que estaba cerca.

De vez en cuando estas cavilaciones cesaban, porque Juan sabía arreglarse de modo que su mujer no llegase a cargarse de razón para estar descontenta. Como la herida a que se pone bálsamo fresco, la pena de Jacinta se calmaba. Pero los días y las noches, sin saber cómo, traíanla lentamente otra vez a la misma situación penosa.

«Con el cocimiento de le corteza del arbol Layoan tomándolo, es un medio de cortar la sangre por la boca. «Untando en la herida el jugo del arbol Balite sana pronto y revive la carne. «La suciedad que la lengua demuestra por efecto de alguna calentura, se quita enjuagando la boca todas las mañanas con el cocimiento de la corteza del arbol Ciruelo.

Tuzaní se precipita por en medio de las llamas en la habitación de Clara; pero la encuentra moribunda, herida por la mano de un soldado. Sediento de venganza, corre al campamento cristiano; observa que un soldado tiene un collar, que reconoce como joya de su amada, deduciendo, de esta circunstancia, que este soldado es el asesino de Clara; por cuya razón lo mata.

Por la herida de la leona salió un niño muy hermoso vestido de armas reales, con una corona en la cabeza, y una espada desnuda en la mano derecha en señal de victoria. Aquella noche, y el dia y noche siguiente del lunes hubo sarao y baile, siendo de notar que la tarde de este dia subió el rey á su aposento, para ver una justa muy solemne que se hizo en la plaza de la ALJAFERIA.

Las dos hermanas, inclinadas y recogiéndose las faldas entre las piernas para evitar rozamientos con el suelo grasoso , contemplaban atentamente el degüello, contaban las convulsiones de la agonía y seguían las últimas gotas de sangre desde que asomaban a la herida, erizada de pelos coagulados, hasta que caían en una cazuela. Este trabajo ponía alegre a Nelet y excitaba su jocosidad brutal.

Navegando, he perdido la noción del tiempo; embarcado, los días son largos, y, sin embargo, los años, suma de días, son cortos, escapan, vuelan. El tiempo ha corrido bien rápidamente para . Ese pensamiento en el pasado, cuando se deja atrás la juventud, es como una herida en el alma, que va fluyendo constantemente y nos anega de tristeza.

Permaneció entre barreras, evitándose toda fatiga hasta que soltasen el otro toro que había de matar. Le dolía la pierna herida por lo mucho que había corrido. Ya no era el mismo: lo reconocía.

Disipado el humo, tornaron a ver a don César cargando tranquilamente su arma. Al dispararla, gritó otra vez con más fuerza: ¡Viva Carlos Séptimo! ¡Mal rayo te parta, viejo zorro, me has destrozado un brazo! exclamó el sargento Alcaraz llevando la mano a la herida. ¡Segunda fila, apunten, fuego! dijo el teniente. Tampoco se consiguió nada. Don César disparó de nuevo, gritando: ¡Viva la religión!

Era un joven recién salido de las aulas. Lo primero que hizo fué despojarle de la chaqueta, cortándosela por la espalda; después hizo lo mismo con el chaleco y la camisa. Cuando la carne quedó al descubierto, no pudo retener una carcajada: ¡Qué herida, ni qué calabazas! Aquí no hay nada.