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Actualizado: 27 de junio de 2025


Con el cuarto rumbo se llegó á la laguna llamada de las Averias: tendrá una milla de largo de NNE á SSO. Con el quinto rumbo descabezamos dicha laguna por su extremo austral, habiéndola costeado por el O con el anterior. El sexto rumbo sirvió para costear la barranca septentrional del bañado, que se prolonga desde la Mar Chiquita, cuya bañados ocupan todo este rumbo, quedando ella muy cerca.

Y como hasta aquí estuviesen los indios hechos dueños de aquella poblacion, ensoberbecidos por el dinero que les habian pagado, y por las gratificaciones de los Rodriguez y sus parciales, contemplándose ya superiores, negaron la obediencia, y no quisieron egecutar la órden que se les habia dado para retirarse: antes con mayor insolencia volvieron por la noche al saqueo, acometieron la casa y tienda de D. Francisco Polo, que no le sirvió ser de un criollo para libertarla, y como amaneciesen en esta operacion, fueron vistos por el dueño, quien fué á pedir á D. Jacinto remediára aquel exceso: lo que oido por el indio, Gobernador de Challata, D. Lope Chungara, compadecido de tantos estragos, resolvió se juntasen los vecinos, y unidos echasen á los indios, y con la órden que dió, de que el que se resistiese lo matasen, habiéndola egecutado en dos ó tres de los mas atrevidos, se logró el intento, saliendo los demas sin la menor resistencia.

Ayudóme á esta resolucion el ver al práctico Guzman determinado á venir conmigo sin interes alguno, y al práctico D. Juan Nuñez con el estipendio de 80 pesos, y D. José Parrilla europeo, y mi pajecillo: y habiendo suplicado á unos amigos me habilitasen de avios y regalias para los indios, lo egecutaron con presteza, y haciéndome una remesa de seis cargas, clavos y herramientas para hacer una canoa, llegué al Fuerte de Centa, y sacando certificacion del desistimiento de dicho Capitan comandante, de los oficiales de dicho fuerte, llegué el 15 de Noviembre de 1780 al mismo sitio, donde habia dicho Cornejo dejado el barco con mi gente, cargas y cuatro arrieros, con el fin de trabajar mi canoa: cuando hallé la canoa que traia dicho Cornejo hacheada en un lado, y habiéndola compuesto, determiné caminar en esta.

Cierto día, habiéndola encontrado la vizcondesa en su alcoba deshecha en llanto a consecuencia de una de esas humillantes escenas que la señora de Montauron no le evitaba, rogóle vivamente su amiga que abandonase el servicio de la vieja dama, aceptando un asilo en su propia casa.

En voz muy baja, con las manos enlazadas, inclinando de vez en cuando la cabeza para rozar con los labios la frente de la niña, hablaron largo rato, mejor dicho, soñaron despiertos, queriendo penetrar en los abismos insondables del tiempo. ¿Cuál sería la suerte de aquella hermosa criatura? ¿Cómo se la educaría? Amalia decía que conseguiría educarla como hija suya, hacerla una verdadera señorita; estaba segura de que D. Pedro no se opondría a ello. Y como quiera que no tenía hijos, nada más natural que habiéndola tomado cariño la dejase a su muerte algún legado importante. El conde hizo un gesto de desdén. La niña no necesitaba de la hacienda de D. Pedro.

Tragéronnos los tres en carnes puras, El uno sacerdote, y dos soldados; A todos se les dieron vestiduras, Y fueron lo posible reparados. Contáronnos sus tristes desventuras, Juzgándose por hombres bien librados, En haber escapado con la vida, Habièndola tenido por perdida.

En ese momento, cuatro sayones, aprovechando de la creciente confusión, levantaron a Aixa sobre la pila de leña, y habiéndola desvestido hasta la cintura, comenzaron a ligarla contra el madero. Ella ablandaba su cuerpo y echaba los brazos atrás para facilitar el suplicio. El ocaso hizo resplandecer cual claro marfil su admirable desnudez.

A los seis ó siete meses, enteramente olvidada de que habia escapado á la muerte, tentó una segunda escursion con el mismo fin, y habiéndola hecho espiar Pacha por todas la direcciones con la órden terminante de aplicarle las terrible pena decretada por él, fué prendida cuatro dias despues, y ni sus lágrimas, ni su desesperacion pudieron enternecer á sus aprehensores, que la hicieron pasar incontinenti por el horrendo suplicio de ser enterrada viva.

Sentose entre las dos Cervantes en el canapé; procuró apagar doña Guiomar con el disimulo el fuego de su celoso cuidado, posó Margarita su mirada en el suelo, y habiéndola rogado la bellísima, enamorada y celosa viuda comenzase el cuento de sus desdichas, ella empezó de esta manera: Mi nombre es Margarita de Ledesma; el lugar de mi cuna la villa de Vitigudino, en Castilla, donde tenían alguna hacienda mía honrados padres.

Y, habiéndola escrito,se la leyó; que decía ansí: Mandará vuestra merced, por esta primera de pollinos, señora sobrina, dar a Sancho Panza, mi escudero, tres de los cinco que dejé en casa y están a cargo de vuestra merced. Los cuales tres pollinos se los mando librar y pagar por otros tantos aquí recebidos de contado, que consta, y con su carta de pago serán bien dados.

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