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Actualizado: 5 de noviembre de 2025


Recorrió Sibakong, Tondo, San Nicolas, Santo Cristo, distraido y de mal humor, sin hacer caso del sol ni de la hora y solamente cuando sintió hambre y se apercibió que no tenía dinero por haberlo dado todo á fiestas y contribuciones, retiróse á su casa.

Al otro lado, arreglando sobre otros dos bufetes una magnífica vajilla de plata, y un no menos rico y bello juego de cristal, estaba el tío Manolillo, ceñudo y taciturno. Ninguno de los dos hablaba una palabra. Pero como obscureció hasta el punto de que ya no se veía en la cocina, el bufón dijo al cocinero como pudiera haberlo dicho á un criado: Encended una luz.

Es un criado de la corte que le confiesa haberlo robado por orden de una señora, que le ama; Don Gabriel pregunta quién es ella, y le contesta que una de las tres Princesas.

A la luz de un relámpago, la Regenta vio los ojos de Álvaro brillantes y envueltos en humedad de lágrimas. También tenía las mejillas húmedas.... Ella no pensó que esto podía ser agua del cielo. «¡Estaba llorando aquel hombre... el hombre más hermoso que ella había visto, el compañero de sus sueños, el que debió haberlo sido de su vida!...».

La fábrica de tabacos se estremeció con indignación en sus cimientos, a pesar de que, como es público y notorio, son tan profundos que llegan hasta América. Todo el entusiasmo que hemos procurado bosquejar sin haberlo conseguido, se manifestaba una noche a la puerta del teatro, en un grupo de jóvenes que se esforzaban en comunicárselo a dos extranjeros recién venidos.

Al poco tiempo, el discípulo hablaba correctamente el español. Parecía haberlo aprendido con rapidez para burlarse mejor de su hidalgo maestro. El padre contribuía también á la educación del heredero de los Lubimoff con lo único que él podía enseñarle.

Entonces siguió un instante por sus orillas, sombreadas de avellanos, hasta el paraje más oculto y umbrío, donde solían lavar las doncellas de Entralgo cuando en el verano los rayos del sol quemaban demasiado. Allí la encontró. Acababa de llegar y tenía depositado en tierra su cesto de ropa sin haberlo tocado todavía.

Eso de la revelación lo dice para engañar a la gente... Sin duda se lo figura, se lo teme, o me lo ha conocido no en qué... ¿Lo habré dicho yo en sueños?... Aunque no; podrá haberlo adivinado por su propia locura. ¿No dicen que las grandes verdades las saben los niños y los locos...? ¡Ay, qué miedo me ha entrado! Dios mío, líbrame de esta tribulación.

¡Ah! dijo el rey, dándose una palmada en la frente ; pues ya lo comprendo todo; el tal afortunado hidalgo quitó á estocadas á don Rodrigo la prenda, y como sabía, por haberlo oído, el nombre y el empleo en palacio de la dama, vino ó presentarla la prenda... se vieron y se enamoraron el uno del otro ¡ah, ah, véase lo que son los acasos!... y si... si... ¡por mi ánima que quisiera ver!... ¿Habrá algún inconveniente en pedir á doña Clara esa prenda?

Ella debía haberlo notado. Si le hablaba del conde ruso, modelo de elegancia, al día siguiente Rafael, con gran asombro de los de su casa, sacaba su mejor ropa, y sudando bajo el sol, oprimido por el alto cuello, emprendía aquel camino que era su calle de Amargura, andando como una señorita para que el polvo no amortiguase el brillo de sus botas.

Palabra del Dia

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