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Actualizado: 11 de noviembre de 2025
Tal vez a usted le sorprenda oírme hablar así... o más bien... debe haberle llamado la atención de que únicamente yo no le diese nunca una broma con Adriana. Confiese que le ha sorprendido. Me hizo pensar, más bien... ¿Lo inquietó? ¡Qué tontera! Yo esperaba, para darles bromas, y para ayudarlos, que se enamoraran los dos completamente.
El ostiak, después de haberle dado el último golpe y haberlo tendido, cubierto de sangre en la nieve, se arrodilla ante el cadáver para implorar su perdón y le dice: «Te he matado, pero teníamos hambre mi familia y yo, y eres tan bueno, Dios mío, que habrás de perdonar mi crimen.» Sin embargo, no nos hace á nosotros el efecto de un dios, pero parece honrado, cándido y benévolo. ¡Qué bien practica las virtudes familiares! ¡Qué bueno es para sus cachorros, y qué alegres, saltarines y caprichosos son éstos!
El papú pareció no haberle oído: había arrancado una flecha clavada en un tronco, y la miraba con atención. ¡Uri-Utanate! repitió el marino. Esta vez el salvaje le oyó, y se le acercó diciéndole: Yo conozco esta flecha. ¿La conoces? exclamó Van-Horn. Sí; y pertenece a los guerreros de mi tribu. ¿Estás seguro de no equivocarte? No me engaño.
Ocho meses tardó en andar 300 leguas que hay, desde la ciudad de la Asumpcion hasta la isla de Santa Catalina: y por eso pedia Alvar Nuñez á Domingo de Irala le entregase el gobierno, y que el pueblo le obedeciese, á que estaban prontos; manifestando el título de Adelantado, ú otro documento evidente de haberle concedido el Rey esta potestad, lo cual no pudo conseguir toda la comunidad.
No se había atrevido á desenvainar la daga, porque temía no le aconteciese otra negra aventura como la que creía haberle acontecido la noche anterior; esto es: matar á un hombre entre lo obscuro, sin voluntad alguna de matarle. Y siguió, siguió andando con paso tan rápido, que se cansó al fin y se sentó en el escalón de una puerta.
Cuando volvió la cabeza, la marquesa había ya desaparecido. Al recobrar el conocimiento y después de haberle prodigado los cuidados necesarios se hizo venir al médico. Este, teniendo en cuenta el estado de la madre y el tiempo que ya contaba el niño, ordenó que se le destetase. Se dispuso, pues, que durmiese en un cuarto separado con la niñera. Clara pasó el resto de la tarde llorando.
No importa dijo Lope no haberle visto fregar el primer plato, si le has visto fregar el segundo, y aun el centésimo. Yo te digo, hermano replicó Tomás , que ella no friega, ni entiende en otra cosa que en su labor, y en ser guarda de la plata labrada que hay en casa, que es mucha. Pues ¿cómo la llaman por toda la ciudad dijo Lope la fregona ilustre, si es que no friega?
Doña Gertrudis dijo que se hallaba más tranquila, y apretando la mano a su hija María le dio las gracias por haberle procurado la dicha de comulgar. Era de esperar la mejoría. Todas las señoras la encontraban muy natural y aseguraron a la enferma que no tardaría en ponerse buena. Dios todo lo puede, doña Gertrudis.
La luz y el aire parecía que le despejaban algo la cabeza, y empezó a darse cuenta de la situación. ¿Pero era verdad lo que había dicho y hecho? No estaba segura de haberle pegado; pero sí de que le dijo algo. ¿Y para qué la otra la había llamado a ella ladrona?... Subió por la calle de la Paz, pasando a cada instante de una acera a otra sin saber lo que hacía.
El hombre misterioso que lo habitaba debía de odiar tanto la luz del sol como la de la fe. El P. Gil dirigía luego la vista al cielo y daba gracias a Dios desde el fondo del corazón por haberle tenido siempre de su mano, por haberle hecho nacer y vivir en la región luminosa de las santas creencias cristianas.
Palabra del Dia
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