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Actualizado: 11 de julio de 2025
Encarnación revolvió sus ojos buscándola. «Vaya que ha sido una picardía haberle ocultado a estos angelitos que salieron del vientre de una marquesa». Y tomó la caña.
Si suponemos un hombre privado del sentido del tacto, y que le adquiere de repente, tampoco juzgará con acierto de los objetos de este sentido, sino despues de haberle ejercitado.
El pobre don Cayetano era hombre de algún talento para ciertas cosas, para lo formal, para las superficialidades de la vida mundana; pero ¿qué sabía él de dirigir un alma como la de aquella señora? Don Fermín no perdonaba al Arcipreste el no haberle entregado mucho antes aquella joya que él, Ripamilán, no sabía apreciar en todo su valor.
Espántame, pues, y razón tengo, de que don Juan pida más felicidad teniéndoos á vos, y conjúrole á que su concepto me explique, porque tanto le quiero que me dolería haberle de tener de aquí en adelante por tonto ó por malo. No soy completamente feliz dijo don Juan , porque me creo de poco valor comparado con mi doña Clara. ¡Ah! dijo la joven. Y aquella exclamación era protesta dolorosa.
Llego el Infante á la isla casi al mismo tiempo que Montaner con toda la armada, y despues de haberle referido la maldad de Rocafort, y perdida de tan buenos caballeros como eran Berenguer de Entenza, y Fernan Jimenez de Arenós, le mandó de parte del Rey, y suya que no se partiese de su compañía. Obedeció Montaner con mucho gusto, porque estaba rico y temia á Rocafort aunque era su amigo.
Encima del mesmu rejoyón del Salgueru: a hora y media de aquí. Bien; pero... de paso. ¡Quiá! no, señor: encuevándose. Conque... encuevándose... Y ¿quién le ha visto? Chorcus, esta mañana, viniendo del invernal de Picachus. ¿Está bien seguro de haberle visto?
Dejemos a Dios estas altas cuestiones de la vida y de la muerte, y hablemos de su regreso, Amaury, de la alegría con que le vemos después de haberle esperado tanto tiempo. Y diciendo esto la encantadora joven estrechó candorosamente las manos de Amaury.
Podre parecer duro algunas veces; pero como me ablande.... Veo que te asustas. ¿Qué vale un triste pedazo de paño? ¿Era la nueva? No, la vieja.... Y ahora, créemelo, me remuerde la conciencia por no haberle dado la nueva... y se me alborota también por habértelo dicho. La caridad no se debe pregonar. No se habló más de aquello, porque de cosas más graves debían ambos ocuparse.
¿Ha llegado alguna vez a saber tus penas? Tus aprietos, los sacrificios que hiciste para pagar sus cuentas, que empeñaste alhajas y la ropa... ¡No, no! interrumpió rápidamente aquélla. ¡No! ¿Cómo podía saberlo? No tengo enemigo bastante cruel para haberle hecho estas revelaciones. ¿Pero si ella lo hubiese sabido por algún conducto?
Palabra del Dia
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