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A sus pies, en el atrio estrecho y corto, de resbaladizo pavimento de piedra, cerrado por verja de hierro tosco y fuerte, se agolpaba una multitud confusa, como un montón de gusanos negros. De aquel fermento humano brotaban, como burbujas, gritos, carcajadas, y un zumbido sordo que parecía el ruido de la marea de un mar lejano.

El armador, un avaro, había aprovisionado el buque con escandalosa parsimonia, y el capitán a su vez había roído los víveres, apropiándose una parte de la cantidad destinada a la compra. Nos daban dos galletas al día, llenas de gusanos. Cuando recibí las primeras me entretuve cuidadosamente, como un señorito de buena casa, en quitarles uno por uno aquellos animalejos.

Tendió la vista por la sala y pudo contemplar, desde luego, el Madrid heterogéneo de siempre, en que la virtud y el vicio se mezclan en amigable consorcio, representando la historia eterna de la manzana podrida que comunica a las sanas su podredumbre y sus gusanos, sin tomar de ellas ni el sabor exquisito, ni la fragancia saludable; la indecorosa y dañina mescolanza de grandes nombres y grandes vergüenzas, honras sin tacha y reputaciones escandalosas, revestidas todas con el mismo brillante barniz de formas elegantísimas, barajadas y confundidas por el mismo apetito ciego de placeres, por los mismos impulsos necios de vanidad, por el mismo afán irresistible de sacudir el ocio, de distraer el tedio, espantosa y continua tentación de los grandes y de los ricos, que les arrastra a todas sus extravagancias y les lleva a todos sus extravíos.

Y en el mismo pajonal, sitiado siete días por el bosque, el río y la lluvia, el mensú agotó las raíces y gusanos posible; perdió poco a poco sus fuerzas, hasta quedar sentado, muriéndose de frío y hambre, con los ojos fijos en el Paraná. El Silex, que pasó por allí al atardecer, recogió al mensú ya casi moribundo.

26 Igualmente yacerán ellos en el polvo, y gusanos los cubrirán. 27 He aquí, yo conozco vuestros pensamientos, y las imaginaciones que contra forjáis. 28 Porque decís: ¿Qué es de la casa del príncipe, y qué de la tienda de las moradas de los impíos? 30 Que el malo es guardado del día de la contrición, del día de las iras son llevados. 31 ¿Quién le denunciará en su cara su camino?

Cuando pagué mi pasaje continuó Goycochea no me quedaba nada, absolutamente nada, ni dos reales. ¡Para lo que me hubiese servido el dinero en aquel barco!... La comida era poca y pésima; la galleta tenía gusanos y había que tragarla sin verla; en el rancho nadaban al principio unas piltrafas de tocino; luego, alubias solas.

Oyó los pasos que se alejaban poco á poco y volvió á sentarse murmurando: ¡Pobre joven! ¡Tambien parecidos pensamientos cruzaron por mi mente un día! ¿Qué más quisieran todos que poder decir: he hecho esto por mi patria, he consagrado mi vida al bien de los demás...? ¡Corona de laurel, empapada en acíbar, hojas secas que cubren espinas y gusanos!

Y tenían muchas vacas y muchos elefantes: y cada vez que ve Bebé a su mamá, le echa el bracito por la cintura, o se le sienta al lado en la banqueta, a que le cuente cómo crecen las flores, y de dónde le viene la luz al sol y, de qué está hecha la aguja con que cose, y si es verdad que la seda de su vestido la hacen unos gusanos, y si los gusanos van fabricando la tierra, como dijo ayer en la sala aquel señor de espejuelos.

19 Y les dijo Moisés: Ninguno deje nada de ello para mañana. 20 Mas ellos no escucharon a Moisés, y algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y se pudrió; y se enojó contra ellos Moisés. 21 Y lo recogían muy de mañana, cada uno según lo que había de comer; y cuando el sol calentaba, se derretía.

La cosa á tal extremo habia llegado Que carne humana que se comia. El mismo tuvo que echar mano de lagartijas, que no le parecieron tan sabrosas como ciertos gusanos que comiò despues en las márgenes del rio Huybay.