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Actualizado: 9 de julio de 2025


Demasiado inteligente para no darse cuenta de lo que así ganaba, agradeció á su pupilo haberle proporcionado la ocasión de emprender una vida arreglada y se prometió pagarle en felicidad la tranquilidad que por su causa gozaba. Y tomó en serio su papel de padre.

No ganaba un cuarto; con el mundo entero armaba camorra, y todo el veneno que iba amasando en su maldecida alma, por la mala suerte, lo descargaba sobre su querida... En fin, vida más arrastrada no la había pasado ella nunca ni esperaba volverla a pasar... Con el dinero que Juanito Santa Cruz les dio, cuando estuvieron en Madrid y se murió el niñito, hubiera podido el muy bestia de Juárez arreglar su comercio; pero ¿qué hizo?

Muchos de los que estaban de pie en las aceras les imitaron, creyendo vengarse así de su pobreza, que les había obligado a permanecer toda una tarde fuera de la plaza con la esperanza de ver algo. La noticia del fracaso de Gallardo había circulado entre ellos, y le insultaban, contentos de humillar a un hombre que ganaba enormes riquezas. Esta protesta sacó al espada de su resignado mutismo.

Venían con esto los ochavos trompicando y ganaba mucho dinero. Y ganara más si no se me atravesara un mocetón mal encarado, manco de los brazos y con una pierna menos, que me rondaba las mismas calles en un carretón y cogía más limosna con pedir mal criado.

En fin, a él lo enterraron y quedáronse las dos mujeres cual es de suponer en los primeros momentos: aturdidas, maravilladas de ver cómo «se va uno al otro mundo». Desequilibrio económico no lo hubo, porque Amparo, indultada, había vuelto a la Fábrica, y Chinto, trabajando como un mulo porfiado que era, ganaba lo mismo que antes y traía fielmente la colecta todas las noches según costumbre, con la diferencia de que ni recogía ni reclamaba su mezquino sueldo.

Un día iremos dijo, al recordarle él los jardines de San Martino . Te lo prometo. Pero necesito verme libre de preocupaciones; haberlo perdido todo ó ganado todo. Debo aprovechar el tiempo... Ya ves; ahora la fortuna parece que vuelve á acordarse de . Ganaba poco, pero ganaba; y esto le hacía esperar la repetición de aquella racha de buena suerte que había conmovido al Casino.

No quise oir más, una moneda y ni aun esperé el cambio, ¡¡¡Veinticinco pesos por gastar botitas y no hablar español!!! ¡¡¡Veinticinco pesos por noche!!! Lo que no ganaba ese gran genio de la escena, esa colosal figura de las tablas, esa encarnación del pensamiento de Shakespeare y Ventura de la Vega, joya del arte que con su muerte se llevó á la tumba el Sullivan y El hombre de mundo, obras que jamás volverán á interpretarse cual lo hacía Julián Romea.

Fortunata atravesó con paso ligero la calle de Hortaleza, la Red de San Luis. No debía de estar muy trastornada cuando en vez de tomar por la calle de la Montera, en la cual el gentío estorbaba el tránsito, fue a buscar la de la Salud y bajó por ella, considerando que por tal camino ganaba diez minutos.

Doña Cristina no entraba nunca en aquella iglesia sin sentir un cosquilleo de bienestar. Experimentaba igual satisfacción que si penetrase en un salón elegante, donde sin esfuerzo alguno, con una dulzura casi voluptuosa y sin molestos contactos, se ganaba la salvación del alma. Reconocía una vez más el talento de los buenos Padres al admirar la decoración del templo.

Consideraba don José como una gloria más de su ídolo el que la gente admirase la serenidad con que perdía el dinero. Un matador no podía ser igual a los demás hombres, que andan a vueltas con los céntimos. Por algo ganaba lo que quería. Además, satisfacíale como un triunfo propio, como algo que era obra suya, el verle metido en un Círculo donde no todos podían entrar.

Palabra del Dia

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