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Actualizado: 9 de junio de 2025
Paula veía en su casa la miseria todos los días; o faltaba pan para cenar o para comer; el padre gastaba en la taberna y en el juego lo que ganaba en la mina. La niña fue aprendiendo lo que valía el dinero, por la gran pena con que los suyos lo lloraban ausente.
Sí, pero en la misma tentación les dice: que como antes los ganaba con sacarles de su ley; así ahora los asegura con tenerles firmes en ella; porque ahora los condena el tenerla, no menos, que entonces el dejarla. Pero no pudo errar el que dijo, que ellos siempre tienen en su corazón el error. Et dixit hi errant corde. Psalm. 94. 10.
A pesar de su grande instrucción, era desconocido en Nápoles, donde apenas ganaba lo suficiente para sus más precisas necesidades, y se vio obligado a aceptar la plaza de secretario del duque de Arcos, que un amigo le había proporcionado.
A obediente y humilde no le ganaba ningún niño, y por tener todas las perfecciones, hasta maltrataba la ropa lo menos que maltratarse puede. Pero sus inauditas facultades no se habían mostrado todavía: iniciáronse cuando estudió la Aritmética, y se revelaron más adelante en la segunda enseñanza.
Suponía tal la elevación de alma de Juanita, que hubiera sido injuriarla ofrecerle dinero. Un ochavo más que doña Inés le hubiese dado sobre el jornal que de ordinario ganaba, hubiera parecido una limosna. No era delicado socorrer a Juanita como a una pordiosera.
Había otro profesor para la geografía y las Historias de mediana edad, hombre tímido y pusilánime hasta el exceso, que ganaba el sustento suyo y el de su madre y hermanas con grandísimo esfuerzo, corriendo todo el día de un colegio a otro, dando además lección particular en algunas casas y cantando de tiple en las funciones religiosas.
Este ganaba cuatro reales, y Pecado tan sólo dos; pero aquella honrada ganancia llevaba semanalmente a su alma como un grano de legítimo orgullo, el cual bien podía con el tiempo, ser base sobre que se construyera la dignidad de que carecía.
Cuanto ganaba Kassim, no obstante, era para ella. Los domingos trabajaba también a fin de poderle ofrecer un suplemento. Cuando María deseaba una joya ¡y con cuánta pasión deseaba ella! trabajaba de noche. Después había tos y puntadas al costado; pero María tenía sus chispas de brillante.
Finalmente, nadie le decía padecer alguna pasión, que luego no le decía: "Haced esto, hareís estotro, cosed tal yerba, tomad tal raíz." Con esto andábase todo el mundo tras él, especialmente mujeres, que cuanto les decían creían. Destas sacaba él grandes provechos con las artes que digo, y ganaba más en un mes que cien ciegos en un año.
Ella le había hecho hombre, es decir, cura; ella le había hecho niño mimado de un Obispo, ella le había empujado para llegar adonde había subido, y ella ganaba lo que ganaba, podía lo que podía... ¡y él era un ingrato!
Palabra del Dia
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