Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de julio de 2025


Concurría á esto la buena gracia con que se ganaba las voluntades, no con inspirar trivial afecto á todo el mundo, sino inspirándole muy vivo á los pocos que él quería, los cuales valían siempre por muchos para defenderle y encomiarle.

Pero si agitada estaba el alma de la señora, no lo estaba menos la del bendito héroe del Arco famoso, pues al paso que ganaba terreno en ella la idea de que no parecería jamás el marido de su mujer, se iba apoderando traidoramente de aquel mismo espíritu suyo un sentimiento expansivo, un no qué, una cosa semejante a la alegría.... El pobre señor, cuya rectitud, aún sometida a las mayores pruebas, era siempre grande y firme, padeció muchísimo con esto que llamaba caricia del Demonio, con esta tentación o asomos de pecado grave.

Veíanse combinados en esta conquista espiritual dos elementos de prosperidad: el hierro, que por vez primera se ponia en manos de los indígenas, y que llegó á ser la moneda corriente con que se ganaba á los hombres; y esa dulzura, esa paciencia con que se portaban los misioneros, á quienes sus variados conocimientos le permitian hacer al mismo tiempo, de médicos, de cirujanos y de enfermeros, curando indisposiciones y dolencias mortales como la disentería, etc.

A bueno nadie le ganaba, a severo le aventajaban pocos, y en punto a reaccionario no había quien le igualase.

Sentábame el maestro junto a , ganaba la palmatoria los más días por venir antes y íbame el postrero por hacer algunos recados a la señora, que así llamábamos la mujer del maestro. Teníalos a todos con semejantes caricias obligados; favorecíanme demasiado, y con esto creció la envidia en los demás niños.

El moro que los labraba, cien doblas ganaba al día; el día que no labraba otras tantas se perdía. El P. Echevarría, que tachó primeramente de exagerada esta suma, en un libro que publicó después, dijo haber visto las cuentas y sumas de la obra en los papeles de una familia descendiente del arquitecto morisco, y dió por exacto al romance.

Yo serví a diversos amos, que me daban de comer y me permitían ir a la escuela. Yo guardaba mis propinas; yo compré una hucha.... Yo reuní para comprar libros.... Yo no cómo entré en los Escolapios; pero ello es que entré, mientras mi hermano se ganaba su pan haciendo recados en una tienda de ultramarinos....

Ella permaneció seria. Cada día lo fué estando más, y cada día se mostró más silenciosa, afirmándose en el puesto preminente que al fin había logrado adquirir en la casa. Y mientras ella, á toda prisa, ganaba aplomo y libertad, con la misma rapidez los perdía él.

«Para rarezas ... dijo al fin echándose a reír . A ti que te debían enseñar por las ferias... a dos reales, un real los niños y soldados. Cree que ganaba dinero el que te expusiera». Con un cartelón que dijese: «se enseña aquí el hombre más desgraciado del mundo». Por su culpa, por su culpa; hay que añadir eso. Ser desgraciado y no volver los ojos a Dios es lo último que me quedaba que ver.

Graciana, por su parte, recorrió las habitaciones; vio que mi tío no daba señales de vida, que el bebé dormía e hizo ruido en el cuarto de la niña, como para dar a entender que ganaba la cama.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando