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Actualizado: 30 de abril de 2025


Inútil es decir que Romagné los recibía sin quejarse, temeroso de que un falso movimiento diese al traste con el experimento del doctor Bernier. El notario recibía buen número de visitas. Vinieron a verle todos sus compañeros de aventuras, que se burlaban del auvernés. Enseñáronle a fumar cigarrillos, y a beber vino y aguardiente.

Empieza asimismo a fumar, es más cigarro que hombre, jura y perjura y habla detestablemente; su boca es una sentina, si bien tal vez con chiste.

Eran mantelerías con calados sutiles semejantes a telas de araña; pañuelos de seda de tonos feroces que daban a los ojos una sensación de calor; kimonos con aves y ramajes de oro; leves pijamas que parecían confeccionados con papel de fumar; almohadones multicolores como mosaicos; velos blancos o negros recamados de plata que traían a la memoria las viudas trágicas de la India subiendo al son de una marcha fúnebre a la hoguera conyugal.

Desde fuera, con su tejado de pizarra y el pabellón francés ondeando encima, podía tomársele por una alcaldía rural. Conozco al intérprete; entremos a fumar con él un cigarrillo. ¡Pitillo tras pitillo concluiré por matar este domingo sin sol! Numerosos árabes andrajosos ocupan el patio que precede a la oficina.

La misericordia y la simpatía me fueron metiendo a Carmen en el corazón; luego ella, con una adorable ingenuidad, hizo el resto, y llegué a sentirme apasionado por mi prima..., porque es mi prima, se lo he conocido en lo ardiente de la mirada, ¿sabes? Salvador dijo que con la cabeza. Y Fernando interrumpió su relato para interrogar: ¿No estaríamos mejor en el salón de fumar?

Era una figura enérgica e interesante. Me estrechó la mano con franqueza y cordialidad. Yo sentí crecer la vergüenza en mi pecho, y quedé turbado unos momentos en su presencia. No pareció advertirlo. Me obligó a sentarme, y acto continuo me presentó el cajón de cigarros. Comenzamos a fumar, y esto, y las miradas de aliento que me dirigía Isabel, contribuyeron a serenarme.

En un saloncillo de fumar situado en la popa, cerca del comedor, encontró á Tragomer y á Jacobo, les estrechó la mano y dijo sentándose: Acabo de encontrar á su madre de usted y á su hermana. ¡Parecían encantadas, las pobres señoras! Ya era tiempo de que se aclarase su horizonte... Pero los negocios están en buen camino y traigo á ustedes noticias que les satisfarán.

702 Jamás mi lengua podrá espresar cuanto he sufrido; en ese encierro metido, llaves, paredes, cerrojos se graban tanto en los ojos que uno los ve hasta dormido. 703 El mate no se permite; no le permiten hablar; no le permiten cantar para aliviar su dolor, y hasta el terrible rigor de no dejarlo fumar.

Le hacía daño la serenidad forzada de Alicia, su manera de fumar mientras contemplaba con ojos felinos la marcha del juego. Iba á cambiarse la suerte de un momento á otro: esta ganancia continua é insolente no podía seguir.

Reinaba en el mostrador de un despacho de tabacos y, desde el prefecto marítimo hasta los alumnos de segundo año, toda la aristocracia náutica de Tolón iba a fumar y a suspirar a su alrededor. Pero nada podía trastornar aquella firme cabeza, ni los vapores del incienso ni el humo de los cigarros.

Palabra del Dia

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