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Actualizado: 30 de abril de 2025


Vamos a dar un paseíto en coche, que es muy higiénico después de almorzar bien... porque hemos almorzado bien; ¿no es verdad, Miguel? Es lástima que no te encuentres en edad de fumar... te daría un cigarro... Pero ya llegarás a allá... Al levantarse del asiento, Miguel se tambaleó un poco, lo cual hizo reír a su tío.

Siéntese usted un instante, milord, dijo el vigilante. Voy á buscar al 2317 y se lo traeré... Puede usted fumar si gusta..., no huele á rosas aquí. Tragomer inclinó la cabeza sin responder, y se apoyó en el estrado desde el cual se distribuían castigos á aquellos desgraciados que parecen, sin embargo, haber llegado al máximum del sufrimiento. Una indecible angustia le oprimía el corazón.

Claro es que está uno más a salvo si lleva melenas de que le tomen por espía; pero ¿qué culpa tengo yo de que se me caiga el pelo? O ¿acaso hay, que llevar peluca... como un espía de verdadEncendió un cigarrillo y lo tiró en seguida; no tenía ganas de fumar. «Lo más sencillo sería entrar en su casa y decirles: Señores, ha sido una broma. Pero no, no lo creerían.

Cuando volvimos adonde estaba Mabel, la encontramos durmiendo tranquilamente, postrada por la fatiga. Entonces persuadí a su padre de que se quedara en mi casa aquella noche, con el fin de que la pobre niña pudiese descansar, y, como consintiera, nos volvimos al comedor, donde nos sentamos a fumar y permanecimos varias horas conversando.

Pues, hombre, Curra... La Villamelona. ¿No sabes?... Diógenes le ha puesto ese nombre desde que le dio por fumar en pipa, en un narghilé precioso que le regaló el embajador de Marruecos... Es una mona famosa que hay en el jardín zoológico de Londres yo la he visto y fuma en pipa con una gracia y unos mohínes que recuerdan a Curra por completo.

Entre cuatro grandes cirios, sobre un tapiz fúnebre y tendido en el acolchado fondo de una caja blanca y dorada como aquella que tanto le había seducido, pasó Juanito la noche, velado por su hermano y por Roberto, que de vez en cuando salían al balcón para fumar un cigarro.

Arrepentido de su inevitable alegría, el paisano sacudió la cabeza a guisa de oración fúnebre, se echó hacia atrás en la silla, sacó la petaca y se dispuso a fumar un cigarro a la memoria de aquellos malogrados jóvenes.

¡Vamos, Melchor... déjate de cavilaciones infundadas! Clota es una muchacha excelente y te ha demostrado una consecuencia que parece que no quisieras reconocer. , Melchor, Lorenzo tiene razón, no debes quedarte. ¡ también!... ¡Hombre!... ¡No faltaba más!... Por poco voy a tener que pedirles permiso a ustedes para fumar un cigarrillo.

Por no tener vicio alguno, no fuma, y también porque el fumar le parece plebeyo, apestoso, impropio de un Castell-Bourdac y en plena disonancia con el ideal del atildado y noble cortesano del antiguo régimen tal como él se le representa. El Barón no debe nada a nadie y nadie puede jactarse de que él le haya pedido dinero prestado. Cada día come en una casa distinta.

Entró Pepe Vera, abrió las persianas para que entrase la luz, se echó sobre una silla sin dejar de fumar, y mirando a María, cuyas mejillas encendidas y cuyos ojos hinchados indicaban una seria indisposición. ¡Buena estás! le dijo . ¿Qué dirá Poncio Pilatos? No está en casa respondió María cada vez más ronca.

Palabra del Dia

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