Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 16 de junio de 2025
Además, esta última parte de la fiesta, hasta que la Macarena entraba en San Gil, cerca ya de mediodía, era la más penosa. Las gentes que se levantaban de dormir, frescas y tranquilas, burlábanse de los encapuchados, ridículos a la luz del sol, arrastrando la embriaguez y las suciedades de la noche.
La pasión frenética de Pacorrito empezó cuando el alemán puso en su vitrina una encantadora colección de damas vestidas con los ricos trajes que imagina la fantasía parisiense. Casi todas tenían más de media vara de estatura. Sus rostros eran de fina y purificada cera, y ningún carmín de frescas rosas se igualaba al rubor de sus castas mejillas.
Sobre el moño o castaña ostentaban cada una de estas doncellas un ramo de frescas rosas. Salvo la superior riqueza de la tela y su color negro, no era más cortesano el traje de Pepita. Su vestido de merino tenía la misma forma que el de las criadas, y, sin ser muy corto, no arrastraba ni recogía suciamente el polvo del camino.
Si quieres, hermano Mohamad, ver entrar a la muchacha por estos salones, danzando y triscando como una hurí celeste, con sus frescas mejillas hechas rosas, y dos soles por ojos, cantando como un ruiseñor y parlando como una mujer hecha y derecha, deja que me la lleve por tres días... Eso no respondió el Sultán.
Satisfecha el alma por el santo cumplimiento de sus devociones, y satisfecho el cuerpo por los varios tragos de viejo Oporto que se echara entre pecho y espalda, durmió muy bien el joven duque. No hay para qué decir si los demás dormirían a gusto en las «finas y frescas sábanas de Holanda», que dijera Guy.
El camino desciende en empinados recuestos, culebrea entre rapadas lomas, toca en un huertecillo de granados, se acosta a un plantel de oliveras, empareja con un azarbe de aguas tranquilas, pasa rozando el cubo de un molino, entra, por fin, en las huertas frescas y amenas de Elda.
Toda su atención se concentraba en el deseo de pisar cuanto antes aquella tierra maravillosa, para comprar flores, comer frutas frescas y tomar asiento en un café de la Avenida Central, viendo caras nuevas.
Pues estamos frescas, dijo la lavanderilla; si después de lo que hemos pasado para encontraros, y siendo vos el único que podéis traducir esa enmarañada carta, salís ahora con que no queréis traducirla.
El inglés entró, y a poco, cuando ya su amo estaba vestido, le trajo el té. Guillermina, sirviéndole el desayuno, le decía: «Abrígate bien, que las mañanas están frescas. No sea cosa que por empezar tu vida nueva, vayas a coger una pulmonía». Mejor... me he convencido de que vivir es la mayor de las sandeces le dijo él, bajando la escalera . ¿Para qué vive uno? Para padecer.
Majestad, se hace tarde insinuó suavemente . El sol se ocultará dentro de poco, y las noches son ahora frescas. Sería imprudente, á los años de Su Majestad, prolongar esta visita. Miguel parecía inquieto. Había una expresión de tristeza en los ojos de este guerrero rubio, y algunas canas brillantes como la plata cortaban el esplendor de su cabellera de oro. Pensaba en Lucifer.
Palabra del Dia
Otros Mirando