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Actualizado: 4 de mayo de 2025


¡Turba el nocturno sosiego súbita alarma, y entonces a gran campana de bronce toca a fuego! ¡Qué terrífica pavura la siniestra nota augura! Es desesperado ruego desgarrador y tenaz al rojo elemento ciego cada instante más frenético, cada instante más voraz!

En lo que se refiere al WorldWide Language Institute, ¿cuáles son las perspectivas? "Como la existencia de nuestra organización está vinculada con la importancia que se concede a las lenguas, creo que su futuro será apasionante y desafiante. Pero es imposible mostrarse autosuficientes en cuanto a nuestros éxitos y logros. La tecnología está cambiando a un ritmo frenético.

Cuando en esto pienso me doy a cavilar y a recelar que tal vez, al principio, no hubo en perfidia, sino que me movió otra pasión, cuando no peor, más peligrosa. ¿Me movió tal vez amor frenético y desesperado? ¿Fue repentino y súbito el cambio en odio de este amor, cuando le vi triunfante? El corazón de la mujer es un abismo de malvadas inconsecuencias.

El cura llegaba a ponerse frenético y se le oía dar vueltas después en la cama sin lograr conciliar el sueño. En cierta ocasión descubrió en el baúl de un alumno un libro de mitología con estampas deshonestas, y se lo llevó a su cuarto.

Desde una hora antes pasaban por el aire pavorosos rugidos envueltos en vapores amarillentos, jirones de nube que parecían llevar en su interior una rueda chirríando con frenético volteo. Eran los proyectiles de la artillería gruesa germánica, que tiraba á varios kilómetros, enviando sus disparos por encima del castillo. No podía ser esto lo que interesaba á los oficiales.

Entonces, envidioso de esta dicha aun desconocida para , celoso de un rival imaginario, frenético contra la beldad incógnita que podría amar a otro que yo, me entregué a todos los desvaríos del furor, cual si existiesen en verdad para mi daño una mujer infiel y un amante preferido.

Después el gobernador dirigió desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no llegó a más de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendió en seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se entusiasmó de un modo frenético.

Dos hijas lloraban abrazadas en un rincón: la mayor, más valiente, le acariciaba con la mano los cabellos, o lo entretenía con frases zalameras, mientras le preparaba una bebida; de pronto, desasiéndose bruscamente de las manos de doña Andrea, abrió don Manuel los brazos y los labios como buscando aire; los cerró violentamente alrededor de la cabeza de doña Andrea, a quien besó en la frente con un beso frenético; se irguió como si quisiera levantarse, con los brazos al cielo; cayó sobre el respaldo del asiento, estremeciéndosele el cuerpo horrendamente, como cuando en tormenta furiosa un barco arrebatado sacude la cadena que lo sujeta al muelle; se le llenó de sangre todo el rostro, como si en lo interior del cuerpo se le hubiese roto el vaso que la guarda y distribuye; y blanco, y sonriendo, con la mano casualmente caída sobre el mango de su guitarra, quedó muerto.

El lindo Raguet, frenético de impaciencia, apostrofó a Catalina con sus peores injurias, ¡y tenía un buen repertorio de ellas! Y cuando se cansó de insultarla, le asestó feroces bofetones y puntapiés, practicando su máxima favorita: «Las mujeres son como las aceitunas.

Pero estaba tan hermosa y su marido la encontraba tan alegre, que con el amor frenético que la profesaba no le hubiera rehusado ni la sangre del corazón si un día se la pidiera después de un beso de amor largo, oprimido, espasmódico, como los que le daba cuando tenía que pedirle una rivière de brillantes o una sociable de doble suspensión.

Palabra del Dia

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