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Actualizado: 4 de mayo de 2025
A los diez minutos de escuchar supo cuanto saber no quisiera: que Artegui estaba en París, que vivía en la casa de al lado, que se podía pasar a su domicilio por el jardín, puesto que uno de los vascongados declaraba haber lo hecho aquella mañana con objeto de visitarle.... El camarero que cruzaba a la sazón con una bandeja llena de platos de humeante sopa, indicó a Miranda que podía sentarse, y él en vez de oírle, tomó escalera arriba como un frenético, y entró sin respeto alguno en la cámara mortuoria.
No quedó en Madrid perro ni gato que no hablase del frenético amor del Conde por la mujer de un empleadillo en Hacienda; de su loca pretensión de hacerla respetar como criatura angélica, semi-divina, y fuera del orden y condición que naturalmente se usan; y de su afecto singular hacia el esposo sufrido, de cuyo sufrimiento tenía el Conde el imposible empeño de que nadie se percatase ni se riese.
Las mujeres parecía como que bajaban, y sus voces confusas y discordantes semejaban el altercado frenético de una horda de euménides. Retrocedió Clara y volvió á bajar, estando á punto de resbalar y caer algunas veces.
Era más que baile un ejercicio gimnástico, un delirio de acróbata, un movimiento frenético como el de las danzas guerreras de las tribus africanas. La hembra no sudaba ni enrojecía: continuaba sus vueltas fríamente, sin apresurar el paso, mientras el compañero, poseído del vértigo de la velocidad, jadeaba con el rostro congestionado, retirándose trémulo de fatiga a los pocos minutos.
De noche, sobre todo, tomaba estruendosas perras, berreaba mucho y no dejaba que ni donna Olimpia, ni Teletusa, ni el corsario, pegasen los ojos. El corsario, durante tres noches, lo aguantó todo por galantería; pero en la noche cuarta, se puso tan nervioso y tan frenético que apenas nos atrevemos a decir lo que hizo, tanto es el horror que nos causa.
Silencio horrible por do quiera reina: Enmudeció el frenético alarido, Y solo se oye el fúnebre crujido Del lazo palpitante entre los dos; Mas derrepente resonó un gemido Dos espirales al formar el lazo, Y cada cual llevando su pedazo Envuelto en él al polvo descendió . Mi caballo era mi vida, Mi bien, mi único tesoro. Juan M. Gutierrez.
Si en lo moral se distingue por las fuertes pasiones, el sentimiento artístico, el humor pendenciero, y el gusto por la algazara, el baile frenético, la guitarra, la cancion bélico-amorosa y las alegres libaciones, en sus hábitos exteriores tiene todo lo pintoresco de los pueblos apasionados.
Yo no quiero perder la niña. ¡Mírala! Á este llamamiento frenético y singular que indicaba que la posición actual de Ester casi la había privado del juicio, el joven eclesiástico se adelantó pálido y llevándose la mano al corazón, como era su costumbre siempre que su nervioso temperamento le ponía en un estado de suma agitación.
Dichas estas razones, dexa á la dama que tenia asida por los cabellos, y cogiendo la lanza va á pasársela por el pecho al extrangero. Este que estaba sosegado paró con facilidad el encuentro de aquel frenético, agarrando la lanza por junto al hierro de que estaba armada. Forcejando uno por retirarla, y otro por quitársela, se hizo pedazos.
Este Belarmino había sido republicano frenético y orador demagógico. Después de su ruina, se apaciguó del todo. Cuando yo iba por su cuchitril, estaba siempre con expresión seráfica, como si soñase. No le sacaca de su placidez bendita ni su mujer, que era un basilisco. Decíase en la ciudad que los Padres dominicos le habían socaliñado y convertido. Socaliñado, quizá. Convertido, quia.
Palabra del Dia
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