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Actualizado: 18 de junio de 2025
Rabiaba Sancho por sacar a su amo del pueblo, porque no averiguase la mentira de la respuesta que de parte de Dulcinea le había llevado a Sierra Morena; y así, dio priesa a la salida, que fue luego, y a dos millas del lugar hallaron una floresta o bosque, donde don Quijote se emboscó en tanto que Sancho volvía a la ciudad a hablar a Dulcinea; en cuya embajada le sucedieron cosas que piden nueva atención y nuevo crédito.
No se inmuta; sonríe maliciosamente y llama con voz ronca a sus hermanos de armas. ¡Qué confusión, qué espanto entre aquellas risueñas hijas de los bosques al aproximarse en columna cerrada los hijos de Marte! Sin recoger las mantillas, ni los guantes, ni las sombrillas, nada en suma de lo que las pertenecía, huyen y se desbandan por la floresta lanzando gritos de terror.
Entremeses nuevos, de diversos autores, para honesta recreación: Alcalá de Henares, 1643. La mejor flor de entremeses que hasta hoy ha salido, recopilados de varios autores: Zaragoza, 1679. Floresta de entremeses y rasgos del ocio á diferentes assumptos de bailes y mojigangas: Madrid, 1680. Vergel de entremeses y conceptos del donaire: Zaragoza, Diego Dormer, 1675.
Pero otras mil flores, más olorosas y no menos bellas, aparecen después, llamando y excitando al céfiro a que respire los aromas que exhalan. El céfiro viene, semejante al atrevido príncipe del cuento de hadas, y atraviesa por la esquiva floresta, y penetra en el silencioso palacio, y llega hasta el lecho de la encantada y dormida princesa, y le da un beso de amor.
Pero el arroyuelo no quería ser consolado y continuó, como antes, refiriendo su secreto ininteligible de algo muy triste y misterioso que había sucedido, ó lamentándose proféticamente de algo que iba á acontecer en la sombría floresta; pero Perla que tenía harta sombra en su breve existencia, se alejó del arroyuelo gemidor, y se puso á recoger violetas y anémonas y algunas florecillas color de escarlata que encontró creciendo en los intersticios de una alta roca.
Sancho, que vio suspenso a su señor y asaz mal contento, le dijo: -Señor, ya se viene a más andar el día, y no será acertado dejar que nos halle el sol en la calle; mejor será que nos salgamos fuera de la ciudad, y que vuestra merced se embosque en alguna floresta aquí cercana, y yo volveré de día, y no dejaré ostugo en todo este lugar donde no busque la casa, alcázar o palacio de mi señora, y asaz sería de desdichado si no le hallase; y, hallándole, hablaré con su merced, y le diré dónde y cómo queda vuestra merced esperando que le dé orden y traza para verla, sin menoscabo de su honra y fama.
Es tu acento el susurro que adormece del aura al retozar en la floresta, y el blando caramillo que solloza, bajo el beso lunar en primavera.
Por tí en los manantiales mi ballesta la caza matará, rica en sabores; espléndida en matices la floresta por Dios bordada y al placer dispuesta, cuando la pises tú, brotará flores. Fresca sombra, sonora y perfumada, el ardor mitigando del estío, te ofrecerá del huerto la enramada blando lecho la grama regalada, límpido baño el murmurante rio.
Palabra del Dia
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