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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Gertrudis abre los brazos, una sonrisa de dulce beatitud pasa por su rostro, y se mueve su cabeza como diciendo: «¡Dios mío! ¿qué más puede sucederEntonces la molinera siente de pronto una pasión misteriosa por el color verde, se oye resonar el coro en la floresta, aparece el fiero cazador. Gertrudis experimenta inquietud. ¿Qué viene a hacer ese aquí? murmura dando con el puño en la viga.

En algunos puntos de la vía, donde la floresta se aclaraba un poco, asomaba un pedazo del horizonte inferior y podiamos destinguir perfectamente la configuracion de los valles y lagos que desde el pié del Brünig se dirigen hácia la hoya caprichosa, irregular y magnífica del lago de Lucerna ó los Cuatro-Cantones.

La comedia, que lleva el raro título de Floresta de engaños, es poco notable por el plan, pero superior en algunos rasgos aislados, componiendo una serie de escenas cómicas, llenas de astucia y travesura, aunque sin verdadera unidad dramática, puesto que el lazo, que las une, es sólo la semejanza del asunto y el nombre común á todas ellas.

Pero por Plauto no daré un cabello; Miro que su oración toda se agacha; No cual la tuya, Lope, que alça cresta, Hasta tocar del sol la ardiente hacha. ¿Pues qué, si tu Rosaura, en la floresta Juega el venablo y bate los ijares, Del valiente bridón que la molesta? ¿Juventud castellana, ya qué temes? Yo te prometo honor, suda y escribe, Que Apolo hay acá con quien te extremes.

Al fin, el tesón desmaya de su brava resistencia y las enemigas turbas guarecense en la floresta, de mortal pavor transidas, arrastradas y dispersas, como al rugir de los vientos las pálidas hojas muertas, cumpliéndose la de Hernando a Amábar brava promesa.

Ya la Floresta, de Böhl de Faber, ofrece ricos materiales, no aprovechados, sin embargo, tanto por sus noticias bibliográficas, cuanto por los ejemplos que cita; y á pesar de esto, el compilador que quiera proseguir este curioso trabajo, encontrará todavía rica y no segada cosecha. Alguna que otra vez se reimprimieron más tarde los antiguos, y en extracto se venden actualmente al pueblo.

Sabe, pues, que fue en vano que el Rey enviase en su persecución a sus más fieles servidores. No han podido dar con él. Sidarta se ha perdido en el seno de impenetrable y sombría floresta. Allí no es ya el príncipe Sidarta, sino el áspero penitente Sakiamúni. Su elegante traje le trocó por el traje de un mendigo.

Si se fija la atención en el movimiento puramente comercial, los muelles del Garona ofrecen el mayor interés. Una inmensa floresta de mástiles puebla los ondas del río, ostentándose las banderas de todas las naciones comerciales del mundo sobre buques de formas y dimensiones variadísimas que alimentan el cambio universal.

Los infieles, que trabajan afanosos por cubrir la tierra de cruces, van estendiendo la colmena de la Iglesia, y como las abejas á la floresta acuden en tropel á Bizancio en busca de nuevas artes y fascinadoras invenciones.

El primero es el alegre trino del ruiseñor, la exuberancia de vida de la verde hoja, el vivificador grito de ¡tierra! del náufrago marino; el segundo, el clamor de la solitaria tórtola que gime entre la floresta, la mustia hoja arrastrada por el cierzo, la blanca lona, que cual las alas de la gaviota, se cierne en los poéticos lagos.

Palabra del Dia

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