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Actualizado: 11 de junio de 2025
Pero yo no soy más que una mujer y no tengo valor para decidir entre lo que me parece mi deber y lo que es mi deseo ... Tú, que tienes la firmeza necesaria, manda; yo obedeceré. Mauricio movió la cabeza. No, Herminia; yo no puedo hacer lo que pides.
Si yo la preguntara quién es esa mujer, ¿qué me contestaría usted? La rusa respondió con firmeza, fijando sus ojos en los del juez. Soy yo. ¡Ah! ¿confiesa usted? exclamó Ferpierre. ¡El otro día se ofendía usted de mis sospechas!... ¡Bien! Ahora dígame: ¿cuándo se efectuó ese cambio de relaciones entre ustedes? Cuando él vino a Zurich. ¿Vino expresamente por usted? No. ¿Por qué entonces?
Era ágil y ligero como un gamo; conocía los más intrincados sitios y las más extraviadas sendas del bosque, y pronto desapareció como por encanto, no sin exclamar antes con su voz de niño, que se contraponía a la firmeza del tono: Ser padre de ella te ha salvado de la muerte. Ahora huyo, pero tal vez un día vuelva a buscarte y a exigirte su mano como sola satisfacción de mi afrenta.
Entonces Carmen se levantó con un instintivo impulso de defensa. Estaba blanca y tenía en los ojos un extraño fulgor. Los puso en doña Rebeca con tal expresión de firmeza y desprecio, que la vieja abatió los brazos y la voz para murmurar: ¿Me desafías?... ¿Te burlas de mí?... Tú eres la santa..., la santa....
Y no había más que verle para convencerse de ello: ya era otro hombre; vestía con más esmero que antes; miraba con más firmeza; andaba mejor; hablaba menos, pero más al caso... en fin, no era ya el muchachón aturdido y abandonado a sus rarezas, sino el mozo discreto y convencido de algo, con su poco de carácter y su sello de legítima personalidad.
Moisés, en un discurso muy elocuente, les recuerda todo lo que ha hecho por ellos el Señor, y los exhorta á perseverar con firmeza en el dogma de un solo Dios.
¡Cómo! ¿Un pliego? exclamó lleno de asombro, abriendo desmesuradamente sus grandes ojos saltones . ¿Quién les ha contado semejante patraña? No es patraña: yo mismo he visto su firma de usted dijo uno de ellos, el marqués de Arbiol. ¿Mi firma? No puede ser. Amigo Salabert, le digo a usted que yo mismo he visto la firma: "Antonio Salabert, duque de Requena" replicó Arbiol con firmeza y muy serio.
Despegadas las alas; suelta y flotante la leve vestidura, que la caricia de la luz en el bronce damasquinaba de oro; erguida la amplia frente; entreabiertos los labios por una serena sonrisa, todo en la actitud de Ariel acusaba admirablemente el gracioso arranque del vuelo; y con inspiración dichosa, el arte que había dado firmeza escultural a su imagen, había acertado a conservar en ella, al mismo tiempo, la apariencia seráfica y la levedad ideal.
Ana notó en estas bravatas que se tambaleaba el alcázar de la firmeza tribunicia. Desde entonces su curiosidad perversa la espoleó, y en cierto modo le halagó la idea de que todas, por muy soberbias que fuesen, paraban en caer como ella había caído.
Era una mujer, una verdadera mujer, no tanto por la estatura, como por la redondez y amplitud de las formas, como por la firmeza singular de su mirada y cierto brillo malicioso que la acompañaba. Examináronse ambos como dos extraños de una rápida ojeada. Gonzalo le dijo por lo bajo a doña Paula: ¡Qué cambio el de Venturita! Es una joven preciosa. Por bajo que lo dijo la niña lo oyó.
Palabra del Dia
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