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Y lo has dicho con tanto aplomo y firmeza como si hablases de un timador a quien hubieses visto robando la cartera a un transeunte. ¿Y si resultase que no hay tal timador ni tal robo, sino dos amigos, y que uno, del todo libre y con la mejor voluntad, le da la cartera al otro? ¿No se te ha ocurrido esto?

Respecto a lo que había afirmado acerca de mis sentimientos y los móviles que me habían impulsado para dirigir mis obsequios a Gloria, insistí con firmeza en lo que había dicho, pero sin alterarme.

¡Ah! ¡tentador! Me parece que vienes demasiado tarde, respondió el ministro fijando las miradas en los ojos del médico, con temor, pero con firmeza. Tu poder no es el que antes era. Con la ayuda de Dios me libraré ahora de tus garras. Y extendió de nuevo la mano á la mujer de la letra escarlata.

Al oír la palabra conciencia, el rey, que tenía algo de lo asustadizo de su padre, aunque no su firmeza ni su sombrío recelo, se alarmó. ¡ conciencia, dices! , porque siendo vos mi rey y mi esposo, os he callado lo que no debía haberos callado. ¿Tendremos alguna otra conspiración? dijo todo asustado el rey.

Apenas lo necesario para vivir y hacer algunas limosnas. Lo dijo con tal firmeza, que Febrer perdió la esperanza y juzgó inútil insistir. «La Papisa» no quería ayudarle. Está bien dijo con visible despecho . Pero a falta de su apoyo, he de procurarme otra salida en mis apuros, y cuento con una. Usted es ahora la mayor de mi familia, y debo pedir su consejo.

Carlitos podría dirigirse a la principal niña argentina, a la primera fortuna y al primer apellido, en la seguridad de que no sería rechazado. Pero se le ha metido en la cabeza que ha de ser con esa muchacha, «¡O ella, o la muerteme ha dicho con una firmeza que me ha dejado aterrada. Yo no qué hechizo, qué seducciones, qué encantos encuentra en esa niña. ¡Ah, es encantadora!...

Estaba más alta, un poco más gruesa, con el color menos pálido, la boca más risueña, los ojos no menos seductores y arrebatadores que los de su madre, célebres en toda la redondez de España, la voz más segura, sonora y grave, y el conjunto de su persona respirando firmeza, vida, soltura y nobleza. ¡Oh imagen tan perfecta vista como soñada! ¿Fue suerte o desgracia haberte conocido?

Sus pies se asentaban en el suelo con firmeza varonil, tranquila y segura de la nueva fuerza que se desarrollaba en su interior. Cuando una caricia de él le recordaba su condición de mujer, decía siempre lo mismo: ¡Qué suerte que seas extranjero!... ¡Qué dicha verte libre de la guerra!

Los rotos escuadrones Salvados del cuchillo, Buscando otro caudillo Volviéronse á reunir; Y en el Tuyú cercados, Con varonil fiereza Juraron con firmeza Libertad ó morir. El vencedor sobérbio Cubierto de humor rojo En su brutal enojo Esto llegó á decir: «Rendireis vuestras armas «Y sereis mis esclavos.» Y responden los bravos: Libertad ó morir!

Doña Luz, trazado así con firmeza y por su propia mano el porvenir de su vida, no veía en su alma sino motivos de satisfacción y de contento. Su ser íntimo florecía. El dulce anhelo de ser esposa y madre la conmovía con presentimientos de inefable ternura.