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Actualizado: 19 de julio de 2025
¿Y ese usted? ¿ese encogimiento...? Yo... yo soy siempre la misma: siempre contenta, siempre amándole a usted, siempre dando gracias a Dios por el bien que me ha hecho... Me parece, Amparo la dije conmovido que sufres, que no eres feliz, que estás contrariada.
En fin, dígala usted que se levante de la cama, y que se tranquilice; que irá á su casa, que irá á Pisa, que su familia la perdonará, y que si hay virtud en su corazon, si hay vida en su conciencia, si hay calor en su alma, todavía puede ser feliz. Vaya usted volando; en la inteligencia de que si usted no la dice todo eso, ó si no se lo dice bien, Luisa se muere.
Si carecía de familia, gozaba de preciosísima libertad, y como sus necesidades eran escasas, vivía holgadamente de su trabajo, sin deber nada á nadie, sin que le quitaran el sueño cuidados ni ambiciones; pobre, pero tranquilo; desnudo el cuerpo, pero lleno de paz sabrosa el espíritu. Pues á pesar de esto, el señor de Migajas no era feliz. ¿Por qué?
Termino con esta hermosa imagen para irme a cumplir mis deberes de novio feliz. ¡Qué comedia es la vida! Máximo a su hermano. Así, pues, se vuelve usted irónico, señor hermano, y me hace observar con malicia que mi última carta está llena de imprecaciones contra Elena, mientras que Luciana ocupa en ella muy poco lugar... ¿Qué quieres deducir de ello?
Hasta que, mecida por aquella plática suave, insinuante, la cándida niña quedó dulcemente dormida con la cabeza reclinada en el almohadón. Ramoncito Maldonado velaba. Velaba y meditaba en su suerte feliz.
Mi primera mujer, tú la conociste; no era posible ser feliz con ella: tenía un carácter agrio y duro, y mi segunda mujer, te lo aseguro, Julio, me obliga a hacer una vida tan artificial, que no sé cuando he sufrido más, si en la guerra viva de la primera época o en la fiesta perpetua en que vive todo lo que rodea a mi suegro, el doctor Montifiori.
No hay nada más dulce, me decía, que poder, después de grandes contrariedades y largos años de destierro y de dolor, transportarse con el pensamiento a los días tan puros de la feliz infancia; que volver a ver los lugares que han sido el teatro de nuestros primeros juegos, de nuestros primeros trabajos y de nuestros primeros éxitos, las perspectivas en que hemos empleado nuestros primeros lápices, el techo natal y los dominios hereditarios; que reconocer el campo que nuestro padre ha deslindado, el árbol cuya sombra tanto amaba, su arado, el rústico hogar y el lecho de paz desde el cual nos bendijo. ¡Se acuerda uno con tanta emoción de aquel tiempo, rico en ignorancia y en sencillez, en que una mediocridad laboriosa limitaba nuestros deseos y un estrecho horizonte nuestro universo! ¡Hemos tantas veces deseado reunir a nuestro alrededor a todos los que han hecho con nosotros el aprendizaje de la vida y esperamos tantos goces de la evocación de aquellos recuerdos!
Tuvo feliz despacho con tan poderoso intercesor su súplica, porque cayendo luego enfermo, le dieron, por descuido del enfermero, un remedio recetado para otros, el cual le redujo á los últimos períodos de la vida.
Esa conducta de la Cámara badense dió lugar á un feliz cambio de política y sirvió de ejemplo saludable. Hoy el gran-ducado figura en primera línea entre los Estados liberales de Alemania, y en Wurtemberg y otros Estados se han comenzado á manifestar enérgicas tendencias en favor de la igualdad y libertad religiosa y la consiguiente emancipacion de los israelitas.
Era el antiguo mayordomo del plantador; el feliz esposo de la abominable Sofía, que me presentó diciéndole que tenía que hacerle unas preguntas. Vi que con tal personaje no hacían falta precauciones oratorias, y le dije: Tengo, caballero, que pedir a usted unos informes confidenciales, referentes a un matrimonio... ¿Un matrimonio?... Bueno... bien...
Palabra del Dia
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