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Una que otra, bella noche de luna a la altura de los trópicos. El mar tranquilo arrastra con pereza sus olas pequeñas y numerosas; los horizontes se ensanchan bajo un cielo sereno. La soledad por todas partes y un silencio grande y solemne, que interrumpe sólo la eterna hélice o el fatigado respirar de la máquina.

Entonces dijo Ido, fatigado de aquel relato incoherente, y de aquel vocabulario grotesco , recogió usted a ese precioso niño... Buscaba Ido la novela dentro de aquella gárrula página contemporánea; pero Izquierdo, como hombre de más seso, despreciaba la novela para volver a la grave historia.

Llegaba a su casa todas las noches entre una y dos de la madrugada, fatigado, triste, pensativo; soltaba la capa; ponía los codos sobre la mesa del comedor, las quijadas entre las palmas de las manos, y así se quedaba media hora o más en reposada meditación. Llevaba adelante su obra con tanto esmero y paciencia, que en el café oía más de un elogio por la perfección e igualdad de ella.

Aunque se defendiese contra ella, el P. Gil no podía menos de sentir cada día más afición a este desgraciado. Una mañana departían los dos en el gabinete de la torre que servía de despacho y biblioteca. D. Álvaro había pasado toda la noche tosiendo. Estaba fatigado, molido. Al cabo de un rato cerró los ojos y se quedó traspuesto en la butaca.

Me di a cavilar que con mis favores amistosos, aunque concedidos sin malicia, con mi dulce abandono cuando le tenía a mi lado, con el mal disimulado placer con que yo oía sus requiebros, y hasta con mi reír y burlar cuando me hablaba de su cariño, había sido yo una desalmada coqueta, que había robado la tranquilidad de aquel señor excelente y había levantado en el mar pacífico de su ya fatigado corazón la más deshecha borrasca.

Avanzaba a tientas, sin otro guía que los luminosos resquicios de las cerradas ventanas. Su madre dormía en una habitación inmediata: oía su respiración, el fatigado estertor de un sueño pesado, con el que se reponía de aquellas noches en vela espiando su regreso de las citas de amor.

Nunca me ha fatigado la flânerie en las calles de Londres; no hay libro más elocuente e instructivo sobre la organización política y social del pueblo inglés. No intento hacer una descripción de lo que en ellas he visto, sentido, porque las páginas se suceden a medida que los recuerdos se agolpan, y tengo ya prisa por dejar la Europa y hundirme en las regiones lejanas de los trópicos.

Y llega él también, fatigado, enfermo, moribundo casi, y se sienta en la altura a descansar, satisfecho del triunfo... Mas he aquí, que se oye un gran estruendo y la fortaleza se derrumba, falta de cimientos, arrastrando a los que subieron con alas y al que subió paso a paso. ¡Y en el campo de la catástrofe, la fiera escarba y se ceba!

Después las serranías desaparecen, las selvas forman horizonte, y el ojo del viajero, fatigado y triste, no ve mas que el desierto interminable.

Es la emoción. ¡Ha sido siempre un chico tan sensibleEl pobre Gonzalito se sentía en efecto bien fatigado, bien conmovido, bien amarrado dentro de su vistoso uniforme. Todos los amigos se apresuraron a rodearle vertiendo en su oído palabras de felicitación.