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Actualizado: 3 de mayo de 2025
Su bella fisonomía, que hemos visto tan pura y delicada, parecía cubierta con la máscara de Tisofona; expresaba esa mezcla de horror y alegría salvaje, que debió verse en la frente encantadora de María Estuardo, cuando oyó la explosión que la vengaba del asesino de Rizzio.
Cuando Guadalupe deseaba dar broma al general en presencia de sus contertulios, se expresaba así: Este viejo, aquí donde ustedes lo ven, anda enamorado, loco, detrás de la Gringuita. Cerrando una mano, le apuntaba con el dedo índice, y añadía, amenazante: ¡Que te pille yo, y verás lo que es bueno!
Pero si por un es caso golviésemos a más, yo les juro a esos figurones que tendremos una yeción. v Ido seguía corroborando, aunque no había entendido aquello de la yeción, ni lo entendiera nadie. Con tal palabra Izquierdo expresaba una colisión sangrienta, una marimorena o cosa así. Bebía vaso tras vaso sin que su cabeza se afectase, por ser muy resistente.
Con razón el día anterior le había dicho, burlándose, Elena: «¡Mucho ojo, Robledo! La condesa está locamente enamorada de usted, y la creo capaz de raptarle.» Expresaba la poetisa su entusiasmo con una avalancha de palabras al hacer la presentación del ingeniero. Un héroe; un superhombre del desierto, que allá en las pampas de la Argentina ha matado leones, tigres y elefantes.
La Reina la salvó de estos apurillos, pagándole los atrasos de casa y ofreciéndole una habitación en los altos de Palacio, que la infeliz no vaciló en aceptar... «Me he metido en ese cuchitril por complacer a Su Majestad y estar cerca de ella, mientras me arreglan las piezas de la terraza... ¡Ay, qué posma de arquitecto!... Le voy a calentar las orejas...». Así se expresaba constantemente, y transcurrieron muchos meses sin que la ilustre viuda abandonara su choza provisional.
¿La amaba usted? Sí. Sus lágrimas se habían detenido, su mirada expresaba el orgullo y la alegría, una altiva felicidad. Sí; con un amor que puede ser confesado, alta la frente, delante de cualquiera. ¿Por qué lo habría de negar? ¿Y ella le amaba a usted? ¡Sí!... Y el mundo no sabe, jamás sabrá, lo que fue nuestro amor. El mundo es triste, y a poco andar la vida lo amarga todo.
Discreto y afable, humilde, grave y silencioso cuando se hallaba en sociedad, procurando borrar y confundir su personalidad entre las demás, adquiría relieve cuando subía a la cátedra del Espíritu Santo, lo que hacía a menudo. Allí se expresaba con desenfado y verbosidad sorprendentes.
Y el 28 del mismo mes, salió de nuevo para New York, en donde a los pocos días recibió un ejemplar del periódico El Yara, de Cayo Hueso, que dirigía el irreductible cubano José Dolores Poyo, y en el que se expresaba vivamente el deseo de que les hiciera una visita.
Estremecíase aún al recordar el final de la gran epopeya, ante la pira fúnebre rematada por el cadáver del héroe, cuando, tremolando la antorcha vengadora que convierte en cenizas el reino de los dioses, expresaba su pena y su sabiduría. Era su tristeza la de la mujer superior que ha amado a un ser ligero, valeroso e inconstante, y en la hora suprema lo plañe y disculpa sus faltas.
Por espacio de muchas noches hizo propaganda acalorada. A veces se tenía que incomodar, porque le hacían observaciones estúpidas o socarronas. Como se expresaba muy bien, oíanle todos con gran atención, y las chicas del partido le ponían buenos ojos. El mozo era el más entusiasmado y decía: «¡Qué pico tiene este señor de Rubín!».
Palabra del Dia
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