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Actualizado: 24 de julio de 2025


¿Qué has soñado? preguntó Jacobo con estupor. Que te escapes. ¡Yo!... Si... No debe ser difícil... gozas, según me han dicho, de una libertad relativa. Trabajas y duermes en un edificio que depende de las oficinas... ¿Á qué hora de la noche te encierran? No puedo decirte nada, contestó Jacobo con rudeza. Me tientas en vano... No quiero escaparme. ¿Rehusas la libertad? No quiero tomármela.

En cuanto a la desconocida, seguía con los brazos cruzados sobre el pecho, mirando al acusador, sin que su rostro de estatua despertara desdén ni estupor. Antes de decir nada contra alguien repuso el juez en tono de amonestación es preciso estar cierto de lo que se dice. Si no estuviera cierto no habría hablado. ¿Qué interés puede haber armado el brazo de estas personas?

Juanito estaba inmóvil por el estupor. ¡Dios sabe lo que pasó en aquellos momentos ante sus ojos, fijos, sin luz y desmesuradamente abiertos como los de un ciego! De pronto, doña Manuela abandonó su asiento al ver a su hijo vacilar, llevándose las manos al pecho y retroceder como si buscase apoyo.

Pasado el primer instante de estupor, lo que primero fue observado por Marianela, causándole gran confusión, fue que la bella Virgen tenía una corbata azul en su garganta, adorno que ella no había visto jamás en las Vírgenes soñadas ni en las pintadas.

A los gritos del combate sucedió un silencio sombrío e imponente; y aquellos diez y ocho hombres, únicos supervivientes, aislados en medio del Océano, rodeados de cadáveres, no se miraban sin cierto espanto. El mismo Kernok fijaba los ojos con estupor en el tronco informe del capitán inglés; porque la metralla se le había llevado un brazo.

Contemplando tu faz agonizante, contemplando impotente que arrastraba mis venturas la Muerte en su fiereza, "¡En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu...!", clamaba trémula de estupor mi voz desesperante.

Así que fue grande el estupor de éstos cuando a la llegada de D. Peregrín de Andalucía, donde había estado empleado últimamente, le oyeron llamar ignorante y majadero a su hermano en una discusión que con él tuvo en el casino a propósito de la renta de tabacos.

Los que asistían a aquel espectáculo, sin ser actores de él, estaban mudos de estupor, con el alma y la vida en suspenso, cual si aguardaran el resultado de la porfía para dejar de existir o seguir existiendo. No obstante, ¿creerán mis lectores que algo ocupaba mi espíritu más de lleno que la última peripecia?

Micaela observaba la escena con estupor; relámpagos de ira cruzaban por sus ojos. No te gustaba la posturita, ¿eh? Pues, hija mía, si quieres no volver a ella hay que ser buena y obediente, ¿verdad, Micaela?

No debe sorprendernos si el niño y el ignorante vense siempre embargados por un estupor admirativo y más temerosos que alegres ante esa esfinge. Nosotros mismos, bajo muchos conceptos, la consideramos aún como un enigma. ¿Cuál es su extensión real? Mayor que la de la tierra: he aquí lo que es dado afirmar con más exactitud.

Palabra del Dia

buque

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