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Actualizado: 24 de julio de 2025
Otro día cumpliré.» No puedo dar idea del estupor de aquella mujer y de las dos vecinas, que presentes estaban, cuando vieron que el tacaño no escupió por aquella boca ninguna maldición ni herejía, cuando le oyeron decir con la voz más empañada y llorosa del mundo: «No, hija, si no te digo nada... si no te apuro... si no se me ha pasado por la cabeza reñirte... ¡Qué le hemos de hacer, si no puedes...!»
¡Qué estupor inmenso! ¡Qué agitación creciente en el fondo del ser moral, mientras el cuerpo se estremece, tiembla y aspira, mudo y angustioso, a separarse de la fascinación del abismo!
Sí, yo; porque en el primer momento de estupor incliné la cabeza ante la sentencia que te condenaba; porque no reaccioné bastante pronto contra la infamia que te era impuesta, fuí rechazado por tu madre y por tu hermana..., ¡por tu hermana, á quien amo, por María, que estuvo aún más dura que su madre!
Esta extraña acogida me había consternado. Miraba á mi padre con estupor. ¿Has visto mis caballos? me dijo de pronto y sin detenerse. ¡Padre mío! ¡Ah, es verdad!... tú acabas de llegar... Después de un corto silencio: Máximo agregó, tengo que hablarte. Le escucho á usted, padre mío. Pareció no oirme, se paseó algún tiempo y repitió muchas veces por intervalos: Tengo que hablarte, hijo.
Mas le advierto que su delicadeza es superflua, porque ella misma ha confesado. ¿Qué? exclamó el Príncipe, con acento de profundo estupor. Que usted es su amante. ¿Ella ha dicho eso? dijo con otra exclamación el acusado, expresando con la voz y con la mirada la imposibilidad de creer en semejante revelación. Ferpierre guardó un momento silencio, ocupado en observarle.
Y Vérod se sentía sobrecogido de un inmenso estupor angustioso viendo por fin realizarse la profecía; comprendiendo que ya no tenía el derecho de retirar su estima a la muerta, puesto que ella misma, humilde y dolorosamente, combatiendo la férvida confianza que él demostraba, había reconocido su propia indignidad.
La confusión de Lázaro aumentó; pero antes que saliera de su estupor, Alfonso le tomó del brazo, le condujo á la escalera, y poco después estaban en la calle. Los otros dos jóvenes, nos son hasta ahora desconocidos, si bien es probable que les hayamos visto en el departamento bullicioso de la Fontana, precisamente en la noche fatal en que Lázaro fué arrojado del club.
Eran los pastorcillos que discutían entre el estupor que el hallazgo les hubo causado y la natural alegría que había producido en ellos tan inesperado acontecimiento.
Trajeron el mueble á esta casa, y en mi cuarto ha estado hasta hoy. Al principio miré aquello como un juguete, como una reliquia. De noche, en el silencio de esta casa, lo abría, contemplando con estupor las hermosas monedas que dentro había. Varias veces traté de revelarlo; pero me detenía un recelo supersticioso. A veces soñaba con fundar algún día una obra piadosa.
El verdadero observador comprendería, no obstante, al oírlos disertar en las tertulias de las tiendas y en los corrillos de la calle, que sólo el amor, acaso demasiado ardiente, a la justicia les obligaba a minorar los méritos de su convecino y renunciar de este modo generosamente a la parte de gloria que en ellos pudiera refluir por este concepto. El matrimonio de Granate causó profundo estupor.
Palabra del Dia
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