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Actualizado: 24 de julio de 2025


En tan crítica situación me hallaba con el manuscrito en las manos, la boca abierta, los ojos asombrados, indeciso el magín y agitado el pecho, cuando vino á sacarme de mi estupor y á cortar el hilo de mis dudas la voz del cuarto de los personajes que el jurado componían.

Después, muchas figuras quedaron tendidas en el suelo. Si al principio las traslaciones se hicieron sin desorden, después se armó una baraúnda tal, que parecían andar por allí cien mil manos afanosas de revolverlo todo. Era un cataclismo universal en miniatura. Entre el estupor que tal fenómeno producía, algunos pequeñuelos reían locamente y otros lloraban.

Para ella era la noticia tan nueva, tan sorprendente, que por unos instantes estuvo mirando con ojos pasmados a su amiga como si no hubiese oído. En el estupor que le causaba, no oyó las primeras palabras de Paco. Sólo se hizo cargo al concluir de que estaba loando con calor la belleza de la niña. Tiene a quien parecerse murmuró el marica de Sierra con la misma intención maligna.

En el estado de estupor en que quedó, les fué fácil conducirlo adonde les plugo. Aquella tarde fueron unos amigos a verle. Le hallaron relativamente animado. No dejó de sorprenderles un poco, porque sabían el frenético cariño que profesaba a su madre. Habló de su ciencia con ellos, y habló largo rato, expresándose con verbosidad en él inusitada.

Batiste se enfadó al saber que dejaba abandonado el caballo en medio del campo, y el muchacho, enjugándose las lágrimas, salió corriendo para traer la bestia al establo. Al poco rato nuevos gritos sacaron á Batiste de su doloroso estupor. ¡Pare!... ¡pare! Era Batistet llamándole desde la puerta de la barraca.

Y tomando el sombrero que tenía sobre una silla se lo encasquetó violentamente y salió como un huracán de la estancia. Visita, cuyo estupor le había impedido pronunciar una palabra en esta breve escena, se dejó caer de nuevo en la silla y rompió a llorar. ¡Dios mío, un día tan feliz como habíamos pasado!

Cuando llegó el que esperaba, Mariano era todo ojos. Miró bien... En el acto sacó de debajo de la blusa una pistola vieja, y apuntando con mano no muy firme, salió el tiro con fugaz estruendo... Movimiento y estupor en la muchedumbre, gritos, pánico, sacudidas.

La niña dejó caer la sábana que tenía en las manos y exclamó con estupor: ¿Se ha escapado? , señorita; al pasar ahora por la galería, voy a mirar a la jaula y me encuentro la puerta abierta y que el pájaro no está allí. ¡Vamos allá, vamos allá! Y todos corrieron en tropel a la galería. En efecto, el Menino se había fugado.

Mi sorpresa y estupor al verme allí, tornado nuevamente y de improviso, según mi entender, a la vida, en presencia de personas desconocidas, y volviendo sin cesar al pasado mi pensamiento, recién salido de una sombra profunda; las impresiones de mi alma, a quien el repentino despertar, después de un largo entumecimiento, había dado cierta actividad ansiosa, fueron causa de que no pudiera estar tranquilo, como me rogaban el Gran Capitán y su mujer.

Apruebo su matrimonio, lo reintegro en su situación de heredero, le devuelvo mi cariño y me preparo á rivalizar contigo en ternura para la joven pareja. ¡Dios mío! exclamó Clementina levantando los brazos con estupor; ¿qué es lo que oigo? Lo que oyes, querida prima, es el lenguaje de la sana razón.

Palabra del Dia

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