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Actualizado: 19 de junio de 2025
Sobre el piso endurecido por el hielo resuena claramente el trotecillo irregular de la caza; entonces el cazador se estremece, se endereza, afianza en tierra la rodilla, apoya la escopeta en el hombro derecho, inclina el rostro y palpa nerviosamente el gatillo antes de apretarlo.
También tengo un preparado de fósforo, que mata por envenenamiento de la sangre. Pero lo bueno está aquí, míralo; el verdadero ojo de boticario, la bendición de Dios. Esto sí que mata, y pronto. ¿Ves este polvo gris? Es la gelsemina, la maravilla de la toxicación. La bestia se estremece sólo de verla; porque sabe que con esto no hay bromas. Muerte instantánea».
Porque la misma pluma se estremece en nuestras manos y se niega a estampar semejantes abominaciones.
Debilitados los colosales cimientos del gigantesco edificio, ceden al peso, las bóvedas se hunden, el monte se estremece, y la tierra se agita algunos cientos de kilómetros alrededor, como si una terrible explosión hubiera dislocado sus capas. El gigante Encelado que ha hecho temblar así los montes, las colinas y los llanos, es el tranquilo manantial que puede ocultar una mata de hierba.
No te hicieron los cielos tan hermosa Sinó para ser madre y ser esposa. Blanca flor que embalsamas mi existencia De tus perfumes con la grata esencia; Música cuya suave melodía Estremece de amor el alma mía; Rayo de luz que caes sobre mi frente Disipando las sombras de la mente; Lágrima de los ojos desprendida Del serafin que guarda nuestra vida; Linfa donde apagué mi sed ardiente.
Irguiéndose de repente, entona la vieja y melancólica canción del molinero, la canción de la casa dorada que se alza «en lo alto de la montaña». Juan se estremece, y su voz tiembla. Acaban la primera estrofa y comienzan la segunda: Abajo, en aquel valle, El agua hace girar una rueda Que no muele más que el amor, Toda la noche y todo el día. La rueda del molino se ha roto...
«Aquí se viste.... aquí vive.... aquí se peina.... aquí duerme.... aquí sueña!.... En esa almohada reclina su cabeza.... este armario guarda sus secretos.... aquél es el perfume en que humedece sus rizos. Allí están la imagen a quien reza la plegaria cortada por el sueño, y las sábanas a cuyo frío contacto se estremece su divino cuerpo.»
Se oye de tiempo en tiempo el largo relincho y golpear del casco en el portón. Sale la vieja andando a tientas. Canta un gallo, y el hidalgo, hundido en su sillón de la antesala, espera con la mano sobre los ojos. De pronto se estremece. Ha creído oír un grito, uno de esos gritos de la noche, inarticulados y por demás medrosos. En actitud de incorporarse, escucha.
Juan, calla, o vete. ¡Déjame! La culpa es tuya. Tienes un modo de mirar que me estremece. Como cuando pasa un pájaro aleteando sobre el agua, y parece que el agua tiembla... ¡No te rías! Pues agallado. No digas tontunas: ¡ni que estuviéramos en escena en el teatro! ¿Qué teatro? ¿Quién te ha hablado nunca con la sinceridad que yo? Si hasta se me olvida lo que pienso lejos de ti.
La Huerta con sus flores te engalana, y hay algo en tu belleza valenciana que encanta, y estremece, y enamora. Pareces de un sultán la favorita, y toda tu persona clama y grita que corre por tus venas sangre mora. Hijo de catalanes, nació en Valladolid , y muy niño le llevaron sus padres a Filipinas, donde ha morado alrededor de treinta años. Cursó el bachillerato en el Ateneo municipal de Manila.
Palabra del Dia
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