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Actualizado: 8 de julio de 2025
Aquel rostro parece divino, combinándose en él la expresión del dolor más profundo y la humilde conformidad con la voluntad del Altísimo. Los ojos de la Virgen son hermosos y dulces; el llanto los humedece. En las mejillas de la imagen hay dos o tres lágrimas como el rocío en las rosas. En el resto de la imagen no se advierte forma ni dibujo de cuerpo de mujer.
«Aquí se viste.... aquí vive.... aquí se peina.... aquí duerme.... aquí sueña!.... En esa almohada reclina su cabeza.... este armario guarda sus secretos.... aquél es el perfume en que humedece sus rizos. Allí están la imagen a quien reza la plegaria cortada por el sueño, y las sábanas a cuyo frío contacto se estremece su divino cuerpo.»
El agua es indispensable en todas partes; se necesita para limpiar las calles y las habitaciones; para beber todos los seres que tienen vida, desde el hombre y los animales domésticos, hasta la modesta flor que crece en la maceta de la ventana ó en el césped que humedece el vapor emanado de las fuentes.
El hombre de La Edad de Oro es así, lo mismo que los padres: un padrazo es el hombre de La Edad de Oro: como una estatua que hay del río Nilo, donde hace de río un viejo muy barbón, y encima de él saltan, y juegan, y dan vueltas de cabeza los muchachos traviesos, lo que no quiere decir, por supuesto, que el río Nilo sea un viejo de verdad, ni que sus cien hijos jugaran así encima de él, sino que el río Nilo es como un padre para toda aquella gente de las tierras de Egipto, porque les humedece los sembrados cada vez que baja de los montes con mucha agua, y así las siembras les dan mucho fruto: por eso quieren al río los egipcios como si fuera persona, y lo pintan tan viejo, porque desde hace miles de años ya hablaban del Nilo los libros de entonces, que estaban escritos en unas tiras largas que hacían de una yerba, y luego las enrollaban alrededor de una varilla, y las metían en su nicho, como los que tienen ahora los escritorios para guardar los papeles.
-No es posible, señor mío, sino que estas yerbas dan testimonio de que por aquí cerca debe de estar alguna fuente o arroyo que estas yerbas humedece; y así, será bien que vamos un poco más adelante, que ya toparemos donde podamos mitigar esta terrible sed que nos fatiga, que, sin duda, causa mayor pena que la hambre.
No, hija mia, respondí yo; yo no estoy porque haya en el mundo guerras injustas, egoistas, tiránicas; pero estoy por las guerras que se hacen en nombre de la civilizacion, del derecho y de la moral. Y ¿la sangre que se derrama y humedece la tierra? dirás tú. Y ¿el rayo que cae de las nubes y nos devora? digo yo.
Y tus padres te llaman con ternura, Y en esa piedra silenciosa y dura Se estrella su dolor, Como el llanto que el párpado humedece Se retira, se oculta y desaparece Al encontrar un mundo sin amor. Ya de tu rostro no verán, Eliza, Resplandecer la plácida sonrisa, Como el rayo de luz Cuando brilla la estrella vespertina, Que halaga dulcemente y que ilumina Cuando la noche tiende su capuz.
Y en medio de ese profundo silencio que ata las lenguas y humedece los ojos, cuando lo sublime embarga el corazón y levanta el pecho con el temblor de un sollozo, volvióse Benhacel lentamente al viejo duque y añadió, mostrándolo: Aquel guardia marina niño era mi abuelo; el héroe era su padre.
Palabra del Dia
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