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Actualizado: 16 de junio de 2025
Era el 24 de Setiembre. Una gran novedad, una hermosa fiesta había aquel día en la Isla. Banderolas y gallardetes adornaban casas particulares y edificios públicos, y endomingada la gente, de gala los marinos y la tropa, de gala la Naturaleza a causa de la hermosura de la mañana y esplendente claridad del sol, todo respiraba alegría.
No era ya la dulcísima apenada que el alma ansiosa, el corazon ardiento del dolor, en las sombras anegada, de una pena indecible é ignorada sucumbia al durísimo tormento. El asombro, el delirio, la hermosura de su alma vírgen, para amar nacida, se exhalaban en ansia de ternura, en explosion inmensa de ventura, de amor supremo, de esplendente vida.
Ve que en la ardiente zona do moraron las sombras, el hispano esplendente corona, con pía y sabia mano, ofrece al hijo de este suelo indiano. Tú, que buscando subes, en alas de tu rica fantasía, del Olimpo en las nubes tiernísima Poesía, más sabrosa que néctar y ambrosía.
Como fiel amiga de la humanidad se alberga sin repugnancia en el corazon de toda clase de hombres; ora brille en ellos esplendente y puro el sol de la inteligencia, ora esté oscurecido con espesa niebla. Defensa de la sabiduría contra una inculpacion infundada.
Y después, con desprecio, en la augusta agonía de la tarde, se ríe el hombre de su orgullo necio que quiso hacer de indiferencia alarde, pues mientras vive, lucha, y es al cabo, César potente o miserable esclavo, lidiador en la vida, aun el cobarde. Siempre el mortal, en su inquietud batalla; y mártir o verdugo, vencido o vencedor, en la lid halla lauro esplendente o vergonzoso yugo.
Tal vez entendió que casarse con aquel viejo era consagrar su vida a cuidarle, a ser su enfermera, a dulcificar los últimos años de su vida, a no dejarle en soledad y abandono, cercado sólo de achaques y asistido por manos mercenarias, y a iluminar y dorar, por último, sus postrimerías con el rayo esplendente y suave de su hermosura y de su juventud, como ángel que toma forma humana.
¡Reyes de hierro, con corona esplendente cuyos laureles están manchados de sangre, los niños de vuestros reinos no cantarán romances de vuestros amores, en las floridas avenidas, cuando la primavera viste de novia a las acacias! La plazoleta de los fracasados
De repente brilla de nuevo el alma del Príncipe en toda su pureza y sublimidad; su espíritu casi se ha despojado de los lazos mortales, que lo encadenan, y la muerte le hace prorrumpir en palabras de una energía indescriptible, como si viniesen del imperio de lo eterno, y anunciasen la verdad, también inmutable. «¿Cómo es posible dice J. Schulze encontrar palabras bastante expresivas, para alabar como se merece al poeta, que ha sabido hacer brillar el espíritu divino de su héroe, ofreciéndolo en toda su desnudez, desde el abismo del oprobio y de la humillación más completa, de tal manera, que el astro de este hombre celestial aparezca más esplendente en medio de la noche más obscura?» Esta escena es de las más sublimes, que ha creado hasta ahora la poesía, demostrando lo que nunca se ha representado en esa forma: la grandeza espiritual y moral reduciendo á polvo, por su superioridad, á todo lo terrestre, y manifestando y descubriendo lo divino en la suprema elevación del alma humana.
No es una majestad ingénua, bíblica, inocente; no es esa majestad sencilla y candorosa que saca su encanto del espíritu; no es una majestad cristiana; es una majestad poderosa, esplendente, fantástica, agorera; una majestad que saca su encanto de la forma; una majestad del arte pagano; pero indudablemente estas formas tienen algo imponente, majestuoso y grande.
Su individualidad desaparece á sus propios ojos; siente la armonía que preside al conjunto inmenso de que forma una pequeñísima parte: en aquellos momentos solemnes, es cuando el genio canta inspirado las grandezas de la creacion, y levanta una punta del velo que cubre á los ojos de los mortales el esplendente solio del supremo Hacedor.
Palabra del Dia
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