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Actualizado: 15 de junio de 2025


Cuando era pequeño y madó Antonia le acompañaba en sus paseos por la costa de Sóller, se habían entretenido muchas veces dando cuerpo y nombre, con un esfuerzo de imaginación, a las nubes que se juntaban o se esparcían en una incesante variedad de formas, viendo en ellas tan pronto un monstruo negruzco de inflamadas fauces como una virgen entre celestes resplandores.

El aire, inflamado por los rayos del sol, nos envolvía como una onda tibia, acariciando nuestras sienes y penetrándonos de una languidez invencible. Los mimbres y álamos esparcían por las orillas sombras flotantes que temblaban y desaparecían a nuestro paso.

Otras balas rebotaban contra un palo o contra la obra muerta, levantando granizada de astillas que herían como flechas. La fusilería de las cofas y la metralla de las carronadas esparcían otra muerte menos rápida y más dolorosa, y fue raro el que no salió marcado más o menos gravemente por el plomo y el hierro de nuestros enemigos.

Algunas se abofetearon y arañaron mientras sus diestras oprimían el mismo billete de mil francos, desgarrándole. Volteaban los sombreros por el suelo; las cabelleras se esparcían en toda su integridad ó se desmenuzaban en una nube de bucles postizos. ¡A , príncipe... á !... Con las manos ganchudas saltaban en torno de él lo mismo que un corro de poseídas. ¿Quién quiere dinero?...

Las tertulias se reunían en aquellos patios deliciosos, en que las hermosas fuentes de mármol, con sus juguetones saltaderos, desaparecían detrás de una gran masa de tiestos de flores. Pendían del techo de los corredores, que guarnecían el patio, grandes faroles, o bombas de cristal, que esparcían en torno torrentes de luz.

El sol del otoño enrojecía las amarillentas montañas del litoral, secas y olorosas, cubiertas de hierbas de bravos perfumes que se esparcían á largas distancias. En todos los repliegues de la costa pequeñas ensenadas, lechos de torrentes secos ó escotaduras entre dos cumbres surgían blancas agrupaciones de caserío. Ferragut contempló el pueblo de sus abuelos.

Y el dichoso joven apareció radiante de alegría, seguido de dos descamisados chinos que llevaban en enormes bandejas fuentes que esparcían apetitoso olor. Alegres esclamaciones los saludaron. Faltaba Juanito Pelaez, mas habiendo pasado ya la hora, sentáronse á la mesa alegremente. Juanito siempre iba á ser informal. Si en su lugar hubiésemos invitado á Basilio, dijo Tadeo, nos divertiríamos más.

Cerca de dos años llevaba de consumado este matrimonio, y aún no daba señales de lo que el marqués anhelaba con un ansia y un afán tan poco disimulados, que más de una vez dieron motivo a los ingeniosos epigramas de la gente encopetada, los cuales caían después, sin saberse cómo, en medio de la vía pública, donde los recogían estudiantes, gacetilleros y otras gentes nocivas, que los propalaban y esparcían por toda la capital, y aun fuera de ella.

Las había de una blancura ligeramente azul, como la de los más ricos diamantes; otras eran de verde esmeralda, de topacio, de ópalo, de zafiro. Parecía que sobre el terciopelo negro de la noche todas las piedras preciosas conocidas por los hombres se deslizasen como en una contradanza. Volaban formando parejas, y sus rayos, al cruzarse, se esparcían en distintas direcciones.

Mi sitio favorito, a donde iba yo todas las tardes, era una roca casi plana, que parecía derrumbada del último picacho, y que ladeada sobre un peñasco, me brindaba cómodo asiento que circundaban buvardias coralíneas, cebadillas de suave fragancia, helechos maravillosos y vaporosas gramíneas que, mecidas por el viento, esparcían el pardo plumón de sus espigas maduras. ¡Qué panorama tan hermoso!

Palabra del Dia

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