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, para bromitas estamos... ¿Y la tropa? Se ha retirado al cuartel. De modo, ¡Santo Cristo del Perdón!, que estamos en poder de la canalla, de los descamisados, de las llamadas masas... Han puesto un cartel que dice:Palacio de la Nación, custodiado por el Pueblo. , buena cuenta darán... dijo Bringas con dolor vivísimo . No va a quedar en Palacio ni una hilacha.

Quiero ir hacia el Congreso declaró ella. Ya..., ¿para ver si se arma?... No nos metamos en apreturas, hija, no sea que por artes del demonio...». Menudeaban los grupos, todos pacíficos. No eran hordas de descamisados, sino bandadas de curiosos. Se oía decir aquí y allí: «La República, la República», pero sin gritos ni amenazas. Se hablaba con frialdad de aquella cosa grande y temida.

Pero en aquel caso la buena reina estaba martirizada por la cruel y egoísta aristocracia, de donde venía que simpatizase en principio con el vulgo, con el populacho, con los descamisados; y decimos en principio, porque ninguna idea del mundo, unida a todo el despecho de su corazón, le hubiera hecho tolerar la grosería y suciedad de las personas bajas.

D. Francisco, unos pobrecillos, almas de Dios... Como no nos manden acá otros descamisados que esos, ya podemos echarnos a dormir. Algunos se subieron a las habitaciones reales, y andaban por allí hechos unos bobos, mirando a los techos. Otros preguntaban por las cocinas. ¡Era un dolor, una cosa atroz, hijo, verles muertecitos de hambre! Me daba una lástima, que no puede usted figurarse.

Y el dichoso joven apareció radiante de alegría, seguido de dos descamisados chinos que llevaban en enormes bandejas fuentes que esparcían apetitoso olor. Alegres esclamaciones los saludaron. Faltaba Juanito Pelaez, mas habiendo pasado ya la hora, sentáronse á la mesa alegremente. Juanito siempre iba á ser informal. Si en su lugar hubiésemos invitado á Basilio, dijo Tadeo, nos divertiríamos más.

Cuando le oía afirmar que era monárquico y enseguida que la idea de Patria no es consustancial con la monarquía, se le llevaban los demonios, y finalmente a punto estuvo de desheredarle sabiendo que durante las elecciones asistió a una reunión de distrito donde solicitó el voto de lo descamisados.

Te digo, Fermín, que soy más republicano que y que de todo corazón estaría con aquellos buenos señores que conocí de niño, a los que miraba la gente como unos descamisados, siendo excelentes personas... ¡Pero el Salvatierra de ahora! ¡Y todos vosotros, los jovenzuelos que le escucháis, mequetrefes que os parece poco ser republicanos y habláis de la igualdad, y de repartirlo todo, y decís que la religión es cosa de viejas!...

¡Si no fuera por ellos, qué ocurriría en el distrito!... Triunfarían los descamisados, aquellos menestrales que leían los papeles de Valencia y predicaban la igualdad. Tal vez se repartirían los huertos y querrían que el producto de las cosechas, inmensa pila de miles de duros que dejaban ingleses y franceses, fuese para todos.

Veía las mesitas de hierro de los cafés y confiterías de la Recoba , que dividía las plazas de la Victoria y 25 de Mayo que años más tarde demolió el intendente Alvear, rodeadas por borrachines paquetes , por otros ya transformados en verdaderos descamisados o que estaban por serlo, por soldados y marineros barajados con clases , oficiales y hasta jefes, y en las calles laterales y en las veredas, hombres cargados con canastas, que anunciaban en todos los tonos las más variadas mercancías, gentes apuradas, que se llevaban por delante unas a otras; carruajes, carros, tramways, y más lejos, allá abajo, en el puerto, máquinas de tren que cruzaban, vapores que silbaban, changadores que corrían, carros que andaban entre el agua como en tierra, y sirviendo de fondo a la escena el río imponente con su festón de lavanderas en el primer plano, y en lontananza un bosque impenetrable de mástiles y chimeneas.

No hay nada que vigorice el estómago como la convicción de tener de su parte al Omnipotente y la esperanza fundada de que más allá de esta vida, si hay fuego y tormentos eternos para los pelagatos y descamisados que se atreven a discutirle, para las familias cristianas, esto es, para las que tienen religión y propiedad y antepasados, no puede haber más que bienandanza, una eternidad de salmón con mayonesa y de crevettes a la parisienne.