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Actualizado: 16 de junio de 2025
Ella no comprendía por qué lloraba: si por ser espía, en efecto, o por no serlo. Tuvo piedad de él. Se sintió, al mismo tiempo, ofendida por sus palabras, y empezó a llorar a su vez. Siempre lo mismo dijo lloriqueando . Siempre soy yo la culpable. ¿Para qué casarse con una idiota? Krilov se volvió hacia ella y, airadísimo, balbuceó: ¡Dios mío! ¡Doce años!
Pues bien, señor, demostradme que sois sincero. Desde hace tiempo me pregunto por qué la condesa os persigue y espía sin cesar. ¿Por qué la amistad que me tenéis le inspira una especie de celos y la pone furiosa?... ¡Bah! es sólo porque me odia, y no le agrada que los servidores tengan por mí más respeto y afecto que por ella. Quiero creeros... ¿Si me engañarais, sin embargo?
No, señor: un momento antes de usted llegar respondió temblando Clara. ¿Y por qué le habéis abierto? ¿No dije que no abrierais á nadie? Venía á preguntar por usted. ¿Por mí? Ya... contestó Elías con furia. Algún espía del Gobierno. Pero ya me figuro la verdad. Este es algún mozalbete que te hace la corte. ¿A mí? No, señor. Si no le conozco, no le he visto nunca, dijo Clara temblando.
Todos presentían que aquella cabeza no estaba segura sobre el soberbio cogote y esperaban por momentos alguna catástrofe; pero el hidalgo demostraba importársele una higa de la delación y del riesgo, perorando aún con más vivo coraje cuando se hallaban presentes el señor Corregidor don Alonso de Cárcamo o el fraile dominico en quien todos sospechaban un espía del Santo Oficio y del Monarca.
El que está á su lado es un ratero, un traidor, tal vez un asesino; él es el misionero del alma, el apóstol de la verdad, el astro de la vida, el cáliz de la revelacion; un cáliz donde se custodia una chispa del pensamiento providencial que mide y gobierna el universo: el que está á su lado es un maldiciente, un perjuro, un espía; él es el sacerdocio del porvenir; un siglo grande que no cabe en su siglo; un pueblo muy grande que no cabe en su pueblo; la ley de los hombres que no cabe en la ley de un hombre; él es la victoria que se inmola para hacer bien al hijo de su propio sacrificador.
Al verme tan diferente de ellos, me tomaron por un espía y un día en que el vigilante se ausentó por unos instantes del campo en que trabajábamos penosamente al sol, se arrojaron en grupo sobre mí. Su plan era muy sencillo. Estábamos arrastrando por el camino un enorme rodillo para aplastar la piedra y decidieron echarme delante de aquella pesada masa y pasarla por encima de mí.
Si le veía, se lo señalaría inmediatamente a toda su banda con el dedo, diciendo en alta voz: «¡Miradle, es un espía!» «Tendré que dejar de llevar gafas y cortarme la barba pensó Krilov . Si pierdo la vista, ¿qué le vamos a hacer? Además, el médico quizá se engañe y puede que yo no necesite gafas. En cuanto a la barba... verdaderamente no me cambiará mucho el quitármela.
«¡Qué estúpida es! Me toma por un espía, a causa de mis gafas azules. No comprende que un hombre puede llevar gafas azules por estar enfermo de la vista. Es tan cándida, que se hace traición. ¡Y pensar que pretende salvar a la humanidad! ¡Necesita aún una niñera esta revolucionaria! No estamos en sazón todavía para la revolución.
Sospechaban de mí, me creían espía y alemana, dándome cada uno diferente nacionalidad. Anduve por Italia; anduve por muchos países. Hasta estuve en su patria: ¿no es usted español?... No extrañe la pregunta; ¡me es imposible recordar tantas cosas!... Y al volver á París no he encontrado á nadie, absolutamente á nadie de los de mi época. El mundo de antes de la guerra era otro mundo.
La China se considerará bastante feliz si consigue mantenerse unida y no se desmembra, ó se la reparten las potencias europeas que colonizan en el Continente asiático. Lo mismo le pasa al Japón. Tiene al Norte la Rusia, que lo codicia y espía; al Sur la Inglaterra, que se le entra hasta en el idioma oficial.
Palabra del Dia
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