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Actualizado: 6 de junio de 2025


He visto un ladrón que a fuerza de leer se ha hecho un leguleyo ; tiene toda la exterioridad de un hombre de educación esmerada, se expresa correctamente y no deja traslucir en su trato que, diez años atrás, era un compadrito que escupía por el colmillo y se quebraba hasta barrer el suelo con la oreja. El pillo extranjero es el más abundante.

Respiraba con fuerza, sonreía sarcásticamente, rechinaba los dientes y escupía a menudo, mostrando de este modo su desaprobación a todo lo que se había dicho, lo que se estaba diciendo y lo que se había de decir. De vez en cuando, dejaba escapar algún ¡bah! o algún ¡pouh! o un ¡ta! y otras partículas no menos significativas.

En cambio, el Chiquito deteníase algunas veces, lanzaba en torno una mirada satisfecha, se escupía en las manos, y agarrando de nuevo el perforador continuaba el trabajo. Su burdo contendiente aún no se había detenido una sola vez: golpeaba la piedra, con la cabeza baja, mostrando la pasividad resignada del buey que abre un surco sin fin.

Y al decir esto, salió una mujer y dos o tres mozos de cuadra; y llegáronse a oír cuatro o seis vecinos y catorce o quince curiosos transeúntes; y como el calesero hablaba en majo y respondía en desvergonzado, y fumaba y escupía por el colmillo, e insultaba a la gente decente, el auditorio daba la razón al calesero, y le aplaudía y soltaba la carcajada, y le animaba a seguir: en fin, sólo una retirada a tiempo pudo salvarnos de alguna cosa peor, por la cual se preparaba a hacernos pasar el concurso que allí se había reunido.

Celedonio ceñida al cuerpo la sotana negra, sucia y raída, estaba asomado a una ventana, caballero en ella, y escupía con desdén y por el colmillo a la plazuela; y si se le antojaba disparaba chinitas sobre algún raro transeúnte que le parecía del tamaño y de la importancia de un ratoncillo.

Oíase el gemido de la prensa, el roce del pegajoso rodillo negro y el rascar de la pluma del maestro sobre la piedra. Juan Bou, que aunque buen catalán tenía un oído infernal, destrozaba entre dientes La Marsellesa, como destroza el fumador la colilla del cigarro. Después escupía unas cuantas notas, y callaba para empezar de nuevo al poco rato.

Este señorito llevó al forastero de visita en casa de su padre, que era el que más escupía por el colmillo en Villafría en punto a hablar de onzas de oro, y a ponderar la abundancia y grandeza con que vivía. A las pocas preguntas del forastero, el hacendado le dijo todo lo rico que era, triplicando sus facultades.

Luego escupía un gusano, una piedra, una culebra pequeña ó una araña. Era la enfermedad que acababa de sacarles del cuerpo.... Algunos se morían; pero era porque les faltaba paciencia para esperar la curación y llamaban al médico. El mejor de sus secretos insinuaba Jaramillo es el que cura la mordedura de las víboras. Me lo reveló poco antes de morir.

Doña Rebeca seguía avanzando hacia la infeliz; le echaba encima su aliento fatigoso y le escupía en la cara los insultos. Te aborrezco, usurpadora, infame; que no puedes ver a mi hija porque es mejor nacida que , y más guapa y más rica.... Dió un manotazo furioso encima del bastidor, que rodó por el suelo. La débil madera del telar había gemido rota.

Era inútil resistir en el mar a aquel enemigo que andaba con humo y escupía balas. ¡A tierra, y que fuese lo que Dios quisiera! Estábamos frente a Torresalinas. Todos éramos de aquí y contábamos con los amigos. El cañonero, viéndonos con rumbo a tierra, no disparó más. Nos tenía cogidos, y seguro de su triunfo ya no extremaba la marcha.

Palabra del Dia

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