Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 3 de septiembre de 2025
Por tí, por ellos hoy mi voz levanto Para cantar la aurora de tu vida, Cual ave que entre rosas escondida Canta á la rosa que abre su boton; Abre el oído, hermosa miniatura, Para escuchar mis blandas armonías, Antes que de la tierra las orgías, El eco te conturbe el corazon.
Gonzalo arrojó también lejos de sí la rodela que llevaba colgada del cinto. El cielo, todo entoldado, de nubes transparentes, esparcía sobre la callada ciudad una lumbre misteriosa de amanecer. Hacia el naciente, nacarada aureola rodeaba la escondida perla del plenilunio. Los aceros se cruzaron. Gonzalo paraba los golpes con maestría, acechando el instante.
Hermes, tres veces grande, con un buril de diamante hecho ascua grabó todo lo sustancial de la ciencia en una lámina de esmeralda y dejó escondida la lámina en la mayor de las pirámides de Egipto, en recóndito y estrecho aposento, a donde no podía llegarse sino por un revuelto e inextricable laberinto, o bien por la violencia de un héroe conquistador de sobrehumanas facultades.
Yo no sé en qué diablos consiste; pero no parece sino que hay una ley estampada en la mente de todos los hombres, o una fibra de cierto temple inextinguible escondida en su naturaleza carnal, que les obliga a decir «cosas bonitas» a una mujer guapa siempre que están a solas con ella y aunque se trate de las ánimas del purgatorio.
Los duques de Osuna y Alba tienen bibliotecas particulares repletas de tesoros y primores, y casi nadie las visita ni consulta. Entre las cinco ó seis públicas que pude ver debo citar la nacional y la del Congreso. La primera, casi escondida en un rincon de Madrid, en un pobre edificio, está muy mal alojada y en completo desórden.
Felicísimos y venturosos fueron los tiempos donde se echó al mundo el audacísimo caballero don Quijote de la Mancha, pues por haber tenido tan honrosa determinación como fue el querer resucitar y volver al mundo la ya perdida y casi muerta orden de la andante caballería, gozamos ahora, en esta nuestra edad, necesitada de alegres entretenimientos, no sólo de la dulzura de su verdadera historia, sino de los cuentos y episodios della, que, en parte, no son menos agradables y artificiosos y verdaderos que la misma historia; la cual, prosiguiendo su rastrillado, torcido y aspado hilo, cuenta que, así como el cura comenzó a prevenirse para consolar a Cardenio, lo impidió una voz que llegó a sus oídos, que, con tristes acentos, decía desta manera: ¡Ay Dios! ¿Si será posible que he ya hallado lugar que pueda servir de escondida sepultura a la carga pesada deste cuerpo, que tan contra mi voluntad sostengo?
Y al decir esto estaba ya la del Banco con los brazos abiertos frente a la Regenta, y chocaban las rodillas de una dama con las de la otra. La que estaba de pie inclinaba el cuerpo hacia atrás. Media hora después, Visita, un poco escondida detrás del cortinaje de un balcón, refería una historia a la Regenta, que la oía atenta, vuelta hacia el rincón de su amiga.
La grandísima pícara estaba escondida en una tienda de ultramarinos inmediata al café: desde allí observó los movimientos de don Juan hasta que le vio marcharse despacio, tan mohíno y preocupado, que, a pesar de la lluvia, llevaba el impermeable sin abotonar, y la cabeza tan caída sobre el pecho, que el agua le iba entrando por el cogote. Luego que le perdió de vista salió ella de su escondrijo.
Designado el día de la boda se dirige el novio á la casa de su futura en donde esta se encuentra escondida, procede á su busca, y un nuevo bejuco y un nuevo puñal le indica el sitio donde se encuentra, y una vez en su compañía se presentan ante los convidados y se hace entrega de la dote; después viene la promesa de fidelidad so pena de pagar la mujer duplicadas las cantidades dadas por el marido, y este el perder la mujer y las cantidades entregadas, si es él el que falta.
A la puerta del salón, vestido de librea, montaba la centinela Patón, un lacayo de labios bozales y ojos de cerdo, que nos tenía a mi padre y a mí mala voluntad y envidia no disimuladas. Cuando yo iba a filtrarme en el salón, este animal me cogió por el cerviguillo, sin decir palabra, y me arrojó a trompicones diez metros pasillo adelante. Me senté en una butaca, con la cara escondida, hipando.
Palabra del Dia
Otros Mirando