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Actualizado: 3 de junio de 2025
Tú no sabes lo que me hace sufrir la duda de que no seas toda mía en cuerpo y alma, de que permanezca escondida en el fondo de tu corazón una pequeña inclinación, una leve simpatía germen de amor hacia otro hombre. ¡Pero no puedo! La duda se me ofrece siempre como un fantasma delante de los ojos. No puedo apartarla de mi presencia.
La pena que creo ver escondida en aquel bulto negro, la lágrima que me parece adivinar á través de aquellas vidrieras, me reconcilia con toda esta magnífica farsa. Vamos, me dijo mi mujer. Vamos, contesté yo, y nos dimos á bajar la escalera. La mujer que vende la leche, está tres puertas más abajo de nuestro hotel. Luego que nos vimos en la calle, miré hácia el balcon de nuestra incógnita.
Fértil región, alhaja desprendida de las ondas de un mar que no te arredra, entre árboles gigantes escondida y entre murallas de granito y piedra. Mas tú, Cristóbal, por el ancho espacio lanzando tu mirada, de ricas esmeraldas y topacio labrada viste la inmortal aureola, que la sien del hispano tornasola.
Yo doy al cuento el escenario de vuestro reino interior. Abierto con una saludable liberalidad, como la casa del monarca confiado, a todas las corrientes del mundo, existía en él, al mismo tiempo, la celda escondida y misteriosa que desconozcan los huéspedes profanos y que a nadie más que a la razón serena pertenezca.
Y otra vez cantó: Ven, muerte, tan escondida que no te sienta venir, porque el placer del morir no me torne a dar la vida. Y deste jaez otras coplitas y estrambotes, que cantados encantan y escritos suspenden. Pues, ¿qué cuando se humillan a componer un género de verso que en Candaya se usaba entonces, a quien ellos llamaban seguidillas?
Hay allí una rara casita, escondida entre los castaños, muda como una madriguera vacía y siempre cerrada. Mira bien esa casita, Rojillo me decía el viejo; cuando veas que sale humo por la techumbre y están abiertas la puerta y las ventanas, mala señal para nosotros. Y yo me fiaba de él, sabiendo positivamente que él era ducho en eso de las aperturas de la caza.
No era una época de activas pesquisas y de grandes rumores públicos; y, en cuanto al acta de su casamiento, estaba muy lejos, escondida en páginas que nadie hojeaba; que nadie, excepto él, tenía interés en consultar. Dunsey, si reaparecía, sería capaz de traicionarlo; pero se podía comprar el silencio a Dunsey.
He tenido que engañarla; ahora mismo la estoy engañando. ¡Engañando! Sí, por cierto; la tengo escondida en mi chiribitil, en el agujero de lechuzas, que me sirve de habitación hace treinta años. ¿Y por qué la engañáis? Si no fuera por sus celos, ella no hubiera venido; la he asegurado de que vería entrar á su amante en el aposento de doña Clara Soldevilla. ¡Su amante! ¿y quién es su amante?
Preguntónos que cuál parte desta sierra era la más áspera y escondida; dijímosle que era esta donde ahora estamos; y es ansí la verdad, porque si entráis media legua más adentro, quizá no acertaréis a salir; y estoy maravillado de cómo habéis podido llegar aquí, porque no hay camino ni senda que a este lugar encamine.
Y muéveme, entre otras cosas, a fiar de ti esta tan ardua empresa, el ver que si de ti es vencida Camila, no ha de llegar el vencimiento a todo trance y rigor, sino a sólo a tener por hecho lo que se ha de hacer, por buen respeto; y así, no quedaré yo ofendido más de con el deseo, y mi injuria quedará escondida en la virtud de tu silencio, que bien sé que en lo que me tocare ha de ser eterno como el de la muerte.
Palabra del Dia
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