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Actualizado: 10 de junio de 2025


A la puerta del salón, vestido de librea, montaba la centinela Patón, un lacayo de labios bozales y ojos de cerdo, que nos tenía a mi padre y a mala voluntad y envidia no disimuladas. Cuando yo iba a filtrarme en el salón, este animal me cogió por el cerviguillo, sin decir palabra, y me arrojó a trompicones diez metros pasillo adelante. Me senté en una butaca, con la cara escondida, hipando.

A veces lo sospechaba; pero su buena fe triunfaba al instante de esta sospecha. Lo que podía sostener sin miedo a equivocarse era que Fortunata tenía vivos deseos de mejorar su personalidad, es decir, de adecentarse y pulirse. Su ignorancia era, como puede suponerse, completa. Leía muy mal y a trompicones, y no sabía escribir.

Dando trompicones, entró Ido en una de las alcobas, y apoyando la rodilla en el camastro que allí había empezó a dar golpes con el palillo, pronunciando torpemente estas palabras: «Adúlteros, expiad vuestro crimen». Los que desde el corredor le oían, reíanse a todo trapo, y Nicanora arengaba al público diciendo: «pronto se le pasará; cuanto más fuerte, menos le dura».

Su indignación estalló de tal manera fragorosa, que el pobre Mario corrió a refugiarse en su cuarto, donde lloró con abundantes lágrimas la ruina de sus ilusiones artísticas. Mal que bien y a trompicones terminó la carrera de leyes. Pero, ocultándose cuidadosamente de su padre, seguía modelando en casa de un amigo que le facilitaba para ello su estudio.

Hubo unos segundos de silencio. El hijo de Marte, apesar de su innata ferocidad, quedose un poco turbado. Al fin rompió a trompicones diciendo: Pero bien... esas relaciones... yo hace tiempo que la hago el oso... quisiera saber si es V. novio... ¡Ah! eso es otra cosa: para que yo sea novio de ella hay una pequeña dificultad; y es que soy su hermano.

Martín, aunque respecto a él no podía negar la exactitud del cargo, creyó no debía permitir este ultraje dirigido a los Zalacaín y, abalanzándose sobre el joven Ohando, le dió una bofetada morrocotuda. Ohando contestó con un puñetazo, se agarraron los dos y cayeron al suelo, se dieron de trompicones, pero Martín, más fuerte, tumbaba siempre al contrario.

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