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Actualizado: 22 de junio de 2025


Parece ser que muy temprano don Víctor llamó a Frígilis y le obligó a buscar a Trabuco para ir juntos a desafiar al burlador; Frígilis no tuvo más remedio que obedecer, porque al saber Quintanar que el otro pensaba escapar, amenazó con seguirle al fin del mundo y llamarle cobarde en los periódicos, en la calle.... Estaba furioso. ¡Claro, las comedias!

¿Y has creído esas calumnias? ¿Y en vez de defenderme y de enfurecerte contra los calumniadores te enfureces contra ? Juanita dejó escapar irreflexiblemente estas últimas frases. Luego se reprimió y procuró enmendarlas. Creía bruto a Antoñuelo, pero no lo creía cobarde. Si dejó de defenderla fue, no por cobardía, sino por maliciosa necesidad que acepta lo malo como cierto.

Lo sabréis si por vuestra parte me demostráis alguna confianza. Vamos, respondedme: ¿Elena es hija de la condesa de Bruinsteen, o no? Pues bien, no suspiró Mathys como si aquella confesión le hubiera atemorizado. Marta dejó escapar un grito de alivio; porque bien que no hubiese dudado de que la joven era su hija, la confirmación de esa creencia la llenó de una alegría infinita.

El blondo caballero se estremece levemente, alza un poco la cabeza de la almohada, aspira el aire con fuerza por entrambas narices, tira hacia por la ropa que le cubre y se oculta otra vez en la almohada, dejando escapar de su garganta un débil y prolongado ronquido.

Perdóname, camaroncito, que yo te dejaría ir; pero mi mujer está esperando su cena, y si le digo que encontré el camarón mayor del mundo, y que lo dejé escapar, esta noche yo a lo que suena un palo de escoba cuando se lo rompe su mujer a uno en las costillas. Y ¿por qué se lo has de decir a tu mujer? ¡Ay, camaroncito!: eso me dices porque no sabes quién es Masicas.

Las más de las veces son condenados á muerte, que de este modo intentan redimir su vida, si después de dar muerte á algún soldado consiguen escapar llevando el armamento del muerto. En estos casos no hay para ellos obstáculo alguno, pues ciegos en su furor todo lo salvan con tal de conseguir sus designios.

Lo que ustedes están oyendo; a bofetada limpia y llamándola al mismo tiempo cuanto puede llamarse a una mujer profirió trabajosamente el viejo libertino, volviendo a limpiarse el sudor. ¿Y usted qué hizo? ¿Yo?... Ya ven ustedes lo que hice... escapar. Los ojos se me nublaron. No vi más que una masa de gente que se levantaba gritando, riendo.

Delaberge en su interior decíase que hubiera preferido comer a solas con la viuda. Esta, con su vivacidad de siempre, abrió una de las ventanas y mostrando a su huésped los jardines le dijo así: No piense usted escapar a las molestias de una visita completa, pues me siento siempre propietaria... Antes, sin embargo, será preciso que me dispense por algunos minutos....

Su país no figuraba, por fortuna, entre las naciones indecentes, pero tampoco era decente, y dejaba escapar la ocasión de cierta gloria que hacía estremecerse al coronel. Desde tres meses antes, una idea fija perturbaba sus mejores momentos. Los aliados habían entrado en Jerusalén. ¡Gran alegría para el viejo soldado católico!

Al fin, en 1908, cuando preparaba mi primera excursión a América, pude escapar unas semanas de Madrid, llevando una vida errante por ambas islas. Visité la mayor parte de Mallorca, durmiendo muchas noches en pequeños pueblos donde me dieron alojamiento las familias «payesas» con una hospitalidad generosa, de bíblico desinterés.

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