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Actualizado: 18 de noviembre de 2025


Repuesto el indulgente lector de la sorpresa que le habrá causado tan extraña salutación, llegamos á la escalerilla, cuya puerta nos abre, entre mil reverencias, el sanguinario pedagogo; subimos media docena de toscos escalones, y entramos al fin en una pequeña sala donde nos hallamos al conocido alcalde de los largos colmillos, sentado ante la única mesa que allí hay, y á su derecha, pero de pie y á respetuosa distancia, al alguacil del concejo.

«¡Cómo me canso de subir escaleras! dijo el oso torcaz llegando arriba . Cuando se reforme la sociedad, se suprimirán los escalones. Piso bajo todo el mundo». Abrió la primera puerta y entraron; y mientras Bou seguía franqueando puertas, Isidora hacía lo mismo con los balcones para que entrase la luz, ganosa de alumbrar los ricos antros.

Desde allí la carretera comienza á cortar la provincia de Segovia, una de las mas atrasadas de España por la insuficiencia de sus vias de comunicacion. El terreno va descendiendo en escalones de colinas rocallosas y planos inclinados, cuyo aspecto es triste y desapacible.

Sin tal coqueteo, sin irse encaramando por los grados o escalones de la precitada escala, nadie llega jamás hasta el templo del verdadero amor, ni alcanza su gloria y sus favores regalados. ¿Cómo es eso? ¿Conque yo no podré amar ni ser amada nunca sin coquetear antes? No te niego la posibilidad; pero sería difícil, extraordinario.

Huyendo de la recelosa curiosidad que despertaba su presencia en el templo, salió al claustro. Allí estaba mejor, completamente aislado. Los pordioseros charlaban sentados en los escalones de la puerta del Mollete. Pasaban por entre ellos los curas, embozados en el manteo, entrando apresuradamente en la catedral por la puerta de la Presentación.

Luego que bajé el primer tramo, un suspiro, y saltaba los escalones de dos en dos, temeroso sin duda de que el ingeniero viniera á cogerme segunda vez. ¡Oiga usted! ¡Venga usted aca! me gritaba desde arriba. ¡Verá usted un grupo magnífico!

Luego hablan de , creyendo que soy quien le retengo en casa. ¡A paseo, tío! ¡A hablar de esas cosas que tanto le animan, y que los pobres oyen con la boca abierta! Tenga cuidado al subir los escalones. Despacito y con paradas, para que no le agarre el demonio de la tos. Gabriel pasaba las últimas horas de la mañana en la habitación del campanero.

Ramiro se detuvo también, y su mano temblorosa reconoció que la moderna Sulamita había puesto en libertad «los cervatillos mellizos» del cantar. Allí se deshojó su doncellez, sobre aquellos escalones tenebrosos, donde dormía un olor sagrado de cirios y de incienso.

En la esquina de la calle de San Jaime, llevaba yo ganados diez pasos; en la calle de Racine eran ya veinte, y después de atravesar un patio, emprendió la ascensión por una escalera, cuyos últimos escalones alcanzaban a verse desde la calle.

Tenía los pies más arriba de la cabeza de Lubimoff, y á éste le bastó elevar un poco los ojos para ver aquellas medias cuyo zurcimiento había explicado la duquesa. Vió algo más, que le hizo estremecerse; y con la ligereza de un muelle que se dispara, salvó en varios saltos los escalones que existían entre ambos.

Palabra del Dia

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