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Actualizado: 21 de agosto de 2024


Los brazos eran finos y frágiles, como los de un niño, pero admirablemente torneados; el cuello, flexible y esbelto, como el de la gacela, se unía a los hombros por una línea fugitiva y ondulante, cuya suprema gracia sólo se encuentra en las vírgenes de Rafael. Los primeros azotes de la doncella fueron tan suaves y comedidos, que no dejaron rastro alguno en aquella preciosa epidermis.

Otros, en momentos de irritación ó de fiebre amorosa, se cubrían de rayas y temblonas manchas, extendiéndose por su epidermis nubes diversas con cada uno de sus estremecimientos. Las sepias y calamares, al verse perseguidos, se hacían invisibles dentro de una nube, lo mismo que los encantadores de los libros de caballerías, enturbiando el agua con la tinta almacenada en sus glándulas.

Su epidermis no tiene ya el brillo de hace diez años y va adquiriendo un matiz harinoso. En una palabra, la señora Grelou es una antigua rubia; sin embargo, su línea es siempre elegante y su porte bastante juvenil. Llega hasta la piscina. Es un estanque cuadrado, bastante amplio, rodeado de una columnata dórica.

Camila Liénard le recibió con amable sonrisa y le tendió su morena manecita, cuya fina epidermis habían ligeramente rasgado las espinas de los rosales; y dijo la viuda: Estoy encantada de su visita y le pido solamente permiso para acabar este ramo... No tardaré mucho, pero es faena que no puedo aplazar... He visto que necesitaban ser cambiadas las flores que tengo en los jarrones del salón... Hay dos cosas que no puedo sufrir: las cintas descoloridas y las flores mustias.

Entre los caractéres diferenciales de este medicamento respecto á la plata metálica, se deben contar las afecciones cutáneas: para el nitrato de plata, el prurito de la piel degenera en erupciones; vesículas pruritosas en el dorso, en el pecho; granos pruritosos en el cuero cabelludo, en la nuca, con sensacion de escoriacion al rascarse; elevaciones pruritosas en el cuero cabelludo y en la nuca; una erupcion semejante á la sarna, pústulas en el epidérmis de los labios, granos dolorosos en las comisuras de la boca; el sistema linfático no parece atacado, pues solo se observa una sensacion de hinchazon y de tension en las glándulas axilares.

La música aquella le retozaba en la epidermis, haciéndola estremecer con un sentimiento indefinible que no podía expresarse sino llorando. «Yo debo de ser muy bruta pensó, alejándose , porque me gusta más esta música de los pianitos de la calle que la pieza que toca Olimpia, y que dicen que es cosa tan buena. A me parece que, cuando la oigo, me aporrean los oídos con la mano del almirez».

Pero, aunque llegase alguien a convencerme de que cualquiera de estos novelistas de ahora valía más que Cervantes, aún no me convencería yo de que la superioridad consistía en el ejercicio o en el empleo de un arte más exquisito y profundo, sino en que a Zola, pongamos por caso, le había dado Dios más inteligencia, más estro, más inventiva y más profundidad de ideas y de sentimientos que a Miguel de Cervantes, por donde éste se había limitado a escribir cosillas de mero pasatiempo, sin penetrar más allá de la corteza y de la epidermis, mientras que Zola se hunde como buzo espiritual en las más obscuras reconditeces del ser humano, sacando de allí a la clara luz del día secretos misteriosos, nunca revelados antes.

Pero sus dedos, al sentir el contacto de la epidermis femenina, se inmovilizaron en voluptuoso desmayo para oprimir después, acariciadores, las manos de ella. Y como los ojos de Elena parecían implorar una respuesta á sus recientes preguntas, él hizo un movimiento con su cabeza: «». A partir de este día Watson fué el único acompañante de la esposa de Torrebianca en sus paseos á caballo.

La epidermis era suave y brillante como el raso, de un color rosa desvanecido; la boca húmeda y fresca, de labios rojos un tanto grandes que descubrían al abrirse dos filas de dientes menudos e iguales; los cabellos dorados, sedosos, abundantes. Su única imperfección consistía en la estatura. Si tuviera la de su madre nadie se atrevería a ponerle un reparo, exceptuando, por supuesto, sus amigas.

Las violencias pasajeras de los vientos, las crisis de la evaporación, las obscuras fuerzas eléctricas, producían las tempestades. No eran mas que estremecimientos cutáneos. La tormenta mortal para los hombres sólo contraía la epidermis marina, mientras la masa profunda de sus aguas permanecía en lóbrega calma, para cumplir la gran función de amamantar y renovar los seres.

Palabra del Dia

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